¿Nos pierden las formas?
Quizás sea este un post algo extraño pues voy a hablar de algo que nos pasa socialmente, pero creo que es reflejo de algo mucho más interno, más profundo, que también nos sucede a nivel individual. No es nada nuevo la importancia de lo aparente en la sociedad. Pero lo estamos sofisticando tanto que estamos consiguiendo que ya no sea sólo una cuestión de que la apariencia física importe, sino que es algo que empieza a suceder en todos los órdenes de la vida. Voy a tratar de explicarme.
Esta reflexión reconozco que me llega por un camino un tanto extraño. Os cuento. Veo fragmentos de las intervenciones del Debate del estado de la Nación. Y después, leo un interesante análisis de Antoni Gútierrez-Rubí sobre la postura de Rajoy que podéis leer aquí. Antoni es un experto en comunicación política y capta matices que los profanos no vemos. Pero lo que más me sorprende a mi, es que cuando Antoni analiza el discurso está hablando básicamente de la forma del mismo. Pues si rascas un poco el discurso está en realidad vacío, sin contenido. Es decir, se usan todo tipo de técnicas de oratoria para distraer la atención de que en realidad no se está diciendo apenas nada y no se está tocando ningún tema importante. Mucho ruido y pocas nueces. Y ahí me queda esa idea dando vueltas en la mente hasta llegar a este post.
Pienso en algunas de las ponencias a las que he acudido. Un presentador impactante, divertido y ocurrente, una Keynote llena de fotos increíbles, un ritmo trepidante, pero al final ¿qué?. Pues básicamente nada. Un montón de lugares comunes, sin ninguna originalidad ni nada de cosecha propia. Un contenido que hubiera podido entender a lo sumo en cinco minutos leyéndomelo por mi cuenta. Sí, tal vez mucha gente va a las ponencias para reírse como con el Club de la Comedia o sentirse como Bruce Willis en La jungla de cristal, dispuesto a salvar el mundo. Pero yo no voy a eso. Voy a que me aporten algo nuevo, algo que no sepa, algo que de verdad me ayude.
También ocurre con muchas de las cosas que se publican en Redes Sociales. Muy aparentes, bonitas, impactantes, pero nada más. No aportan apenas nada. Está muy bien reírse, a mi me encantan las frases ocurrentes. Pero si eres ocurrente de manera sistemática en todos tus tuits, ¿qué haces en Twitter? Mejor vete a trabajar de guionista que sacarás provecho a esa imaginación tan fertil. Porque quiero pensar que las ideas son tuyas, ¿no?.
No tengo nada en contra de las formas. Me parece bien que alguien vaya a dar una charla vestido con corrección, duchado y peinado. Que se exprese de una manera clara y trate de hacer ameno su contenido. Son signos que denotan interés hacia su audiencia. Pero por favor, que haya un contenido. Lo mismo con otros medios, cuéntame algo interesante, algo de ti mismo, algo que hayas vivido. Explícame algo que te conmueva, que te haya hecho cambiar, que te haya llegado. No me regurgites contenidos de otros que ya he leído mil veces, que ni tan siquiera has asimilado y encima haciéndomelos pasar por tuyos.
No te inventes un CV impresionante para colgar en Linkedin, porque el mundo es muy pequeño en nuestros tiempos y hay gente que te conoce desde hace mucho y sabe que te lo estás inventando. No me cuentes una milonga de lo bien que va tu empresa y los grandes proyectos que tienes cuando nos vemos en un lugar para hacer networking porque llevas sin facturar nada meses. Y se nota. Te aseguro que se nota. Los seres humanos tenemos un instinto especial para captar lo falso. Es posible que no sepamos en dónde está la mentira, pero sabemos que ahí hay impostura.
Y sé que no es fácil. Te han vendido que para “triunfar” hay que tener apariencia de “triunfador”. Lo que no te han contado es que si no sabes hacerlo muy bien, no pareces un triunfador sino un “quiero y no puedo”. Y eso en la mayoría de casos produce lástima o risa. Depende de quién te mire.
Antes de preocuparte por las formas, preocúpate por lo que ofreces. A los demás y a ti mismo. Para que por lo menos, no te engañes a ti mismo. Mantén esa mínima verdad en tu vida. Reconoce quién eres. Después podrás saber qué puedes ofrecer a otros, desde a tu pareja, o a tus hijos o amigos hasta profesionalmente. Y luego, cuando todo eso esté claro, ya le pondrás un bonito envoltorio, que se corresponda con el contenido. Nada tan decepcionante como una caja de lujo que luego contiene un artículo de 3 euros del chino de la esquina. Busca la armonía entre dentro y fuera. No fabriques una máscara para ocultar aún más quién eres.
Tal vez, si todos nos miramos un poco más nosotros mismos, nos conocemos mejor, tratamos de ofrecer algo valioso, aunque sea a ratos, podremos construir relaciones más auténticas y una comunicación más honesta. Y podremos reconocer de verdad los discursos vanos que tratan de hacernos pasar por buenos. Conseguiremos que nos llegue el eco del vacío tras los fuegos artificiales. Y seremos, aunque sea de manera leve, algo menos superficiales.
¿Crees que es más importante el fondo o la forma?
Escuchar podcast:
Mertxe Pasamontes
Comments
Una artículo muy bueno. Una realidad cierta. Leí una vez que el ser humano necesita aparentar sino enloquecería. Si es cierto o no, no lo sé con exactitud. Sí sé que la gente necesita de esta máscara social para sobrevivir a su día, porque sino estarían vacíos de contenidos y como personas. Necesitan hacer como muy bien dices, “mucho ruido y pocas nueces”. Los egos están a la orden del día, así como las alabanzas a personajes que no sé ni de dónde han salido ni que han hecho para ser tan mediáticos y no aportar nada. Hace tiempo que no voy a conferencias ni a cursos específicos, porque muchas veces me he encontrado que no me aportaban nada nuevo. Repetición de clichés, y de prácticas ya hechas en otros lugares, y nada impactantes. Con lo cual, no invierto tiempo ni dinero. Agradecerte este artículo por la sinceridad y por ser el reflejo de la actualidad en la cual estamos inmersos.
Gracias Anna por tu comentario. Y esperemos que si somos más lo que decimos que el rey está desnudo, cada vez haya menos vendehumos….
Más veces descubrimos nuestra sabiduría con nuestros disparates que con nuestra ilustración
WILDE, Oscar Fingal O`Flahertie Wills.
El verdadero ser fluye, es coherente, conecta con su esencia más íntima y deja de lado todas las demás personalidades adquiridas y reforzadas por el ego.
La máscara
Cada vez que me pongo una máscara para tapar mi realidad, fingiendo ser lo que no soy, fingiendo no ser lo que soy, lo hago para atraer la gente.
Luego descubro que solo atraigo a otros enmascarados, alejando a los demás, debido a un estorbo: la máscara. Uso la mascara va evitar que la gente vea mis debilidades; luego descubro que al no ver mi humanidad, los demás no me quieren por lo que soy, sino por la máscara.
Uso una máscara para preservar mis amistades; luego descubro que si pierdo un amigo por haber sido auténtico, realmente no era amigo mío, sino de la máscara. Me pongo una máscara para evitar ofender a alguien y ser diplomático; lego descubro que aquello que más ofende a las personas con las que quiero intimidar, es la máscara.
Me pongo una máscara, convencido de que es lo mejor que puedo hacer para ser amado. Luego descubro la triste paradoja: lo que más deseo lograr con mis máscaras, es precisamente lo que impido con ellas.
GILBERT BRENSON
Gracias Nick, me encanta la historia!
Artículo muy bueno. Conocimiento sin diferencias es muy importante. Me gusto mucho: “Antes de preocuparte por las formas, preocúpate por lo que ofreces” Perfecto!