El perfeccionismo "inútil"
Hay un refrán español que dice Lo mejor es enemigo de lo bueno, que muchas personas se podrían aplicar. Es frecuente encontrar el perfeccionismo como una fuente de sufrimiento en quién lo padece y en las personas que tienen a su alrededor.
El perfeccionismo es una cualidad valorada socialmente (queda bien decir en una entrevista, «es que yo soy un perfeccionista», intentando dar a entender que te gustan las cosas bien hechas), pero en realidad, al perfeccionista no le gustan las cosas bien hechas, sino perfectas.
Es obvio que hay grados de perfección y de perfeccionistas: aquellos que lo llevan a todas las áreas de su vida y lo que no y el grado de exigencia que se marque cada uno. Pero hay un rasgo en común: la sensación de nunca poder estar del todo satisfecho con el resultado (sea propio o de otro). ¿Es algo que te suele ocurrir?
No estoy en absoluto defendiendo el hacer las cosas de cualquier manera (actitud que lamentablemente también abunda) sino el saber cuando parar, cuando dar algo por bueno. Si quieres las cosas perfectas estás condenado a estar perpetuamente insatisfecho (la perfección no existe!) e incluso paralizado ( la otra cara de la perfección es un no lo logres susurrado en tu oido).
Es además un esfuerzo mucha veces excesivo (e incluso inútil!). Hay que ser capaz de marcarse unos estándares de calidad y excelencia (cuidado, los de los perfeccionistas son realmente muy elevados) y funcionar con esos parámetros. Cuando lo has logrado, puedes parar, relajarte. Siempre puede hacerse algo mejor, siempre puede surgir una idea más pero a menos que quieras el oro en las Olimpiadas ese plus de esfuerzo no va a marcar ninguna diferencia apreciable.
Por ello, la próxima vez que estés delante de una actividad plantéate: cuánta importancia tiene para ti, cual sería un nivel de calidad aceptable, cuánto tiempo más tendrías que invertir para que fuera extraordinaria y si eso te merece la pena ( y sobre todo, depende de ti el resultado? Cuidado con los perfeccionismos sobre los demás!). Si te respondes sinceramente podrás valorar el nivel adecuado de esfuerzo y el resultado necesario para que estés satisfecho.
La perfección para los humanos es imposible, la excelencia sí.
¿Eres de los que en todo encuentra defectos? ¿Siempre te parece que podrías haber hecho más y eso te deja insatisfecho? ¿O eres capaz de encontrar el equilibrio entre esfuerzo y resultado?
Mertxe Pasamontes
Comments
No hace falta ser perfecto; se necesita que seas práctico.Pero que difícil es ser práctico cuando uno debe colaborar entre la desidia generalizada.Aún y asi,o te adaptas o sucumbes.
Efectivamente, tiene que existir un compromiso entre la calidad de nuestro trabajo y el tiempo que tenemos para realizarlo. Sólo puedo añadir el enlace al artículo «Calidad o cantidad» [http://www.mycoach.es/2008/10/15/calidad-o-cantidad/] donde se muestra cómo estos objetivos divergentes afectan el comportamiento de las personas.
En una sociedad como la actual, en la que el valor de las cosas no es el humano, éste afán de perfeccionismo también nos viene dado por un utilitarismo económico, según el cual las cosas nos sirven o no según el beneficio económico máximo que obtengamos de ellas. Todo ello y sin escrúpulos, traspasado a la esfera de las relaciones humanas, desde el mundo empresarial más «perfeccionista». Resumiendo: la relación perfecta es la que me da el máximo de beneficio económico. ¿Dónde encajamos el «valor» humano aquí?.