¿Quién o qué te ata?

Tanto en mi trabajo profesional, en el día a día, realizando sesiones de terapia, coaching y PsicoCoaching como en la relación con personas cercanas, encuentro personas que parecen atrapadas en una situación de la que les resulta imposible salir. La mayoría de las veces explican los motivos de por qué no pueden salir de esa situación de maneras bastante convincentes, tanto que pueden llegar a persuadirte a tí mismo del hecho de que no existe ninguna salida. Yo soy del parecer que si ponemos a trabajar nuestra mente, junto con nuestro corazón, si hacemos un trabajo como el que comenté en el pasado post de conocernos y dejamos salir la creatividad que todos tenemos junto con la libertad interior para expresarnos, seremos capaces de hallar muchas más soluciones de las que a priori podemos imaginar.
En esta ocasión, en lugar de recurrir a palabras ajenas o un cuento elaborado por otros, he preferido explicaros yo misma una historia, para salir del plano teórico de la explicación e ir directos a la fuente del conflicto. La historia dice así:
La primera escena que aparece en esta historia nos muestra a un hombre en una pequeña habitación. Tiene una soga atada al cuello y sus pies se sostienen sobre un taburete que se antoja bastante inestable. Sus manos están en su espalda. Da la impresión de que la soga está ya bastante tirante, pues en determinados momentos el hombre se pone de puntillas para relajar la tensión en el cuello. No parece que pueda aguantar mucho tiempo así. Nos sentimos algo acongojados ante la escena. En eso que vemos abrirse la puerta y entrar a una persona. Suspiramos aliviados, alguien ha llegado para liberarle. Vemos que lleva un objeto en la mano, un taburete. La persona se acerca y le ofrece al hombre cambiarle el taburete precario que le sostiene por uno más fuerte y más alto. Estará en una postura más relajada, con menos tensión. Ante nuestra sorpresa, el hombre rechaza la oferta. Ponemos atención para oír sus palabras: No quiero un taburete más alto. Quiero que me liberes. Corta la soga. La otra persona le mira entre compasiva y resignada y musitando un – eso no puedo hacerlo – sale de la habitación. Nos quedamos asombrados de que haya rechazado la oferta, pero al mismo tiempo nos damos cuenta de que no puede aceptarla porque es tal su miedo a resbalar, tiene tanta necesidad de sentir que controla la situación, que lo único que puede hacer es pedir su liberación. Vemos que la escena se repite varias veces del mismo modo, con diferentes personas y asistimos preocupados a los hechos, impotentes y temerosos ya que la cuerda parece cada vez más corta y los esfuerzos del hombre por mantenerse son mayores. Cuando ya estamos a punto de girar la cabeza para no asistir a lo que parece ser el final, vemos entrar a un niño de unos siete años. El hombre reacciona con una expresión extraña, como si lo conociera. La verdad es que se parecen, casi se diría que es una versión infantil del hombre. El niño no lleva un taburete, sino que lleva una cuña de madera. Se acerca al hombre y éste, no sabemos si por sentirse reflejado en el niño, acepta que le ponga la cuña bajo los pies. Respiramos aliviados, ya que la soga cede un poco. El hombre le suplica: por favor, corta la cuerda. El niño le mira atentamente y le dice: usa tus manos, sólo tú puedes hacerlo. Nos damos cuenta entonces de que las manos del hombre, están a su espalda pero no están atadas. Vemos que las mueve, las acerca a su cuello y empieza a aflojar el nudo. El niño sonríe y sale de la habitación. Dejamos al hombre deshaciendo el nudo y nos marchamos ya tranquilos.
Es frecuente que aquello que nos ata, no sea sólo algo externo, sino la actitud que tenemos hacia ello, la obligación que nos autoimponemos. A veces nos estamos esforzando demasiado, pero en el sentido equivocado. Puede incluso que esa actitud, nos haya llevado a crearnos una atadura externa difícil de deshacer. Pero aunque el camino sea largo, si realmente queremos liberarnos, tendremos que empezar en algún momento a deshacer el nudo, habrá que dar el primer paso. Pues si esperamos que venga alguien de fuera a hacerlo, tal vez pasemos el resto de nuestra vida de puntillas sobre el taburete.
Como dijo Warhol: Siempre dicen que el tiempo cambia las cosas, pero en realidad tienes que cambiarlas tú mismo.
Obviamente las preguntas pertinentes son: ¿Quién o qué te ata? ¿Sabes cómo liberarte?
Si quieres escuchar el post en formato podcast click aquí:
Mertxe Pasamontes
Comments
Como te he dicho por twitter, la historieta me ha llegado y me ha encantado, supongo que en gran parte porque me veo reflejado en esa situación, tendré que buscar ese niño que haga que me de cuenta de que tengo las manos libres para actuar.
Gracias 🙂
Mertxe,
fantástico tu post. La historia define muy bien el concepto de lo que nos ata.
En mi caso creo conocer lo que me ata pero me puede el miedo a resbalar. Aunque no se trata de algo dramático, digamos que no me aprieta la soga lo suficiente, he ido encontrando recursos que me ayudan a mantener la cuerda con una tensión cómoda. Lo que tengo claro es que nadie me va a cortar la cuerda y aunque así fuera siempre tendría que dar algo de mi para no volver a encontrarme con la soga al cuello.
Pienso que resulta mucho más fácil ver los problemas de los demás antes que los propios. Que es dificilísimo reconocer lo que nos ata y con demasiada frecuencia veo que nos faltan recursos para cambiar aquello que nos molesta. Nuestra educación deja una profunda huella y cambiar el patrón solo es posible cuando puedes llegar a ver, después de un suceso impactante, que puedes cambiarlo.
Gracias a todos los Coachs del mundo.
MERTXE, UNA VEZ MÁS FANTÁSTICO TU POST….
SI ME PERMITES VOY A COMPARTIRLO……ESTOY SEGURA QUE TENDRÁS MÁS SEGUIDORES..¡¡¡¡¡
MIL GRACIAS Y FELIZ SEMANA¡¡
NO DEJES DE COMPARTIR…TUS POSTS SON COMO UNA CONVERSACION MÁS CON UN AMIG@…;)
UN ABRAZO,
MERCHE-MTCOACH
Bonito post, me ha gustado mucho. Saludosss¡
Todo es proceso reflexivo: identificar lo que nos ata, ver soluciones y después dejar al corazón trabajar para liberarnos.
La metáfora es perfecta: sólo un niño no tiene ataduras, más allá de las que le imponga la educación que reciba.
¿Puede ser ése el problema? ¿Recibir una educación (no sólo teórica, sino también relacionándola con el entorno) que nos ata y nos coarta la creatividad?
Ahí te lo dejo 😉
Estebán seguro que ese es uno de los puntos fundamentales, el tipo de educación que recibimos. Y a partir de ahí el chorreo de «influencias» que nos caen, para que no nos apartemos del camino trazado.
Si dibujas dos puntos en un folio, ¿cómo los unirías?
Pues depende…..puedes hacerlo en línea recta…..o puedes empezar a dar vueltas y vueltas y llegar al mismo sitio…..
Más fácil. Doblando el folio.
Respuesta típica de alguien acostumbrado a resolver problemas complicados mediante reducción al absurdo: un físico.
Mejor no te digo dónde lo oí, porque es la única cosa con la que me quedé de la película 😉
Es muy curioso que soga que nos ata le llevemos nosotros mismos pero creo que hay ocasiones que es difil soltarla,
Hola Mertxe,
No sé si entiendo mal la metáfora, pero creo que lo que en un sentido nos ata y nos obliga a hacer determinadas cosas son los afectos. Por amor uno hace muchas cosas y deja de hacer otras. Quiero decir, aquellos a los que amamos por un lado nos liberan, pero por el otro nos atan. Nos impiden ser 100% libres. Ya no hacemos lo que nos viene en gana. Me refiero en mi caso a pareja e hijos, especialmente. Y no sé si el tener esa atadura o ligazón, en realidad también nos salva del abismo. Por lo menos en mi caso, creo que me ayudan a no perderme.
Qué opinas?
Besos
ES difícil contestar a eso. Es cierto que los afectos a veces suponen una atadura, pero si te sientes bien con esas personas, si existe una compensación, entonces no hay problema. Las cosas se complican cuando nos metemos en situaciones complicadas, que teóricamente hemos elegido, pero luego cuando descubrimos que en realidad no queríamos eso, esas mismas situaciones nos impiden salir de ellas, pues implican muchos niveles. Iba más por ese tipo de cosas la metáfora. Aunque como cualquier metáfora, cada personas puede aplicarla a su caso como quiera!
ah, ya entiendo a que apunta tu metáfora…Gracias.
Y si al otro lado de la soga hay alguién que cuando tu decides actuar y desatarte tu, entonces esa otra persona es la que se ahoga? entonces, qué?