Se hace haciendo

A raíz del post sobre el libro Inglaterra, Inglaterra de Julian Barnes, me quedó esta frase del libro: Me preguntas cómo voy a hacerlo. Mi respuesta es la siguiente: Se hace haciéndolo, rondando por la cabeza y he decidido hacer un post sobre ello. Porque además de algún modo es una continuación natural del post sobre las Cinco etapas del cambio que publiqué la semana pasada. Porque hay una fase, la acción, que es imprescindible en cualquier cambio, ya que sin ella, sólo estamos pensando el cambio no realizándolo.
Pasar a la acción no es fácil. Todos tenemos claro en nuestra cabeza que si no nos ponemos en movimiento, nada sucederá, nada cambiará. No voy a ponerme en forma sin ir al gimnasio o hacer algún tipo de ejercicio. No voy a a bajar de peso sin cambiar la alimentación o el cómputo de calorías gastadas e ingeridas. Son cosas de una evidencia tan aplastante, que no tenemos dudas de ello. Pero a pesar de eso, conseguimos en muchas ocasiones, una colección de excusas tan perfecta y exhaustiva, que seguimos recreando el cambio en nuestra cabeza pero consiguiendo evitar la acción que nos llevaría a realizarlo.
Ya he hablado otras veces de la resistencia al cambio y es obvio que es una de las cosas que está operando -muchas veces de manera inconsciente- cuando decimos querer cambiar algo pero no damos los pasos para que suceda. También lo podríamos llamar el «apego a lo conocido». Cuando iniciamos un proceso de cambio, nos enfrentamos a actitudes y conductas nuevas. No podemos tener la certeza del resultado, de las consecuencias que eso puede acarrear. Si decido dejar el trabajo y establecerme por mi cuenta, por muy bien que lo haya preparado, por mucho que haya realizado todos los pasos previos correctamente, tendré que enfrentarme a la incertidumbre. Y en general, somos malos gestionando la incertidumbre (ya digo que en general, si tú eres bueno haciéndolo te felicito, pero es algo que cuesta a muchas personas).
Pero la única manera de saber si un camino es el correcto, es recorriéndolo. Es en la vivencia, en la experiencia dónde adquirimos la información necesaria para seguir caminando en una u otra dirección. Puedes sopesar los pros y los contras tanto como quieras, pero hay un momento que si realmente quieres hacer algo, el único modo que hay de hacerlo es haciéndolo. No existe otro. Experimentar en tu cabeza no es experimentar, es imaginar. Y el verdadero aprendizaje, ese que nos ayuda realmente a ir por el mundo, se aprende en la experiencia, no en la cabeza.
Me gustaría explicaros un cuento (desconozco el autor):
En un terreno había dos ranitas. Una campaba por un surco profundo dejado por un tractor. La otra viéndola allí abajo le dijo:
– Eh!, ¿que estás haciendo allí abajo? Aquí arriba se está mucho mejor y también hay mucho más para comer.
– No puedo subir- – respondió la otra.
– Déjame ayudarte – le ofreció la de arriba.
– No. Déjame en paz. Aquí estoy bien y también hay bastante para comer.- le respondió la que estaba en el surco
– De acuerdo –dijo la otro rana- pero aquí arriba hay mucho más espacio para explorar y para moverse.
– Aquí abajo tengo todo el espacio que necesito – insistió la de abajo.
– ¿Y que me dices de relacionarte con otras ranas?- argumentó la de arriba.
– De vez en cuando baja alguna hasta aquí abajo, y si no, puedo hablar llamando a mis amigas de allí arriba.
Finalmente la rana de arriba, cansada de escuchar excusas, la dejó correr y se fue dando saltitos.
El día siguiente, muy sorprendida, se encontró a la rana de abajo dando saltitos a su lado.
– Escucha- le dice- pensaba que ibas a quedarte en aquel surco. ¿Qué pasó?
– ¡Que venía un camión!
A veces nos comportamos como la ranita del surco, que por mucho que veamos que es necesario hacer un cambio nos aferramos a nuestra comodidad, a lo conocido y no lo hacemos hasta que las circunstancias nos obligan. Es una opción y más vale por obligación que nunca, pero en ocasiones, no apurar tanto permite planificar los pasos a seguir y no tener que lanzarse de «un salto». Como siempre, tú decides en que momento quieres tomar tus decisiones y pasar a la acción, pero vigila con los «camiones» . 😉
¿Postergas algunos cambios que quieres hacer? ¿Qué pasaría si dieras un pequeño paso hoy?
Si quieres escuchar el post en formato podcast aquí lo tienes:
Mertxe Pasamontes
Comments
Como si lo hubieras escrito para mi… Hoy es el primer día del resto de mi vida como autónoma. Hasta hoy simultaneaba un trabajo por cuenta ajena, con la gestion online de mi emprendimiento personal, una agencia de viajes especializada en Argentina. Pero ha llegado el momento de dar el paso y lanzarme a lo que me encanta al 100%. Da miedo, obvio, y más en estos momentos, pero también produce una sensación de libertad y de estar viva.
.-= Ahora mismo, en el blog de Paula: Argentina: del norte andino a la tierra del fuego =-.
Me gusta el tema, los alcoholicos anonimos dicen que no se puede dejar de beber bebiendo, que seria la otra cara de un cambio donde se pretende suprimir una conducta dañina.
El error obliga a rehacer el camino y eso enseña muchas cosas. La duda, no. Entre el error y la duda, opto siempre por el primero.
BENET, Juan
Lo que tenemos que aprender a hacer, lo aprendemos haciéndolo.
ARISTÓTELES
Buenísimo el post y buenísimo el cuento, maestra. Es lo único que puedo decir.
A la carpeta de recursos.
😉
Bonito post el de hoy, se puede decir que la felicidad se centra en este punto y en todas las variables que surgen de él. En fin, bonito.
Un saludo!