¿Te atreves a bajar el ritmo?

El lunes siete de febrero vi una entrevista que le hicieron en Singulars a Carl Honoré, el conocido autor del libro El elogio de la lentitud. En ella explicaba brevemente cómo llegó a darse cuenta de que estaba en una situación de «aceleración desbocada» el día en que se descubrió a sí mismo planteándose ir a comprar un libro de cuentos infantiles que podían explicarse en 1 minuto. En ese momento, se hizo consciente de que estaba corriendo mucho para a la vez perderse las cosas que de verdad importan, como el tiempo pasado con sus hijos, ese tiempo que una vez los hijos han crecido no podrás jamás recuperar.
Honoré nos cuenta que vivir deprisa no es vivir, sino sobrevivir. Es correr de un lado a otro, sin saborear ninguna de las experiencias que nos están sucediendo, como empujados por una fuerza que nos impide detenernos, que no nos deja bajar el ritmo. Hace unos días, un amigo me decía que no podía ralentizar su ritmo de vida, que sólo le quedaba parar o seguir en esa loca carrera. Yo creo que eso es un error, siempre podemos bajar el ritmo, tomar aire y reorganizar nuestras prioridades. Y sé que ese «siempre» puede sonar impositivo, incluso exagerado. Pero es que el problema es que hay que hacerlo, ya que necesitamos darle a nuestra vida una dimensión temporal adecuada, con momentos más intensos y otros más tranquilos, con etapas de un cierto estrés y otras de ir haciendo sin presión. Pues cuando no lo hacemos, la vida nos para y suele hacerlo contra un muro (metafórico o real). Nos detiene en seco.
Esa ralentización es además el único modo de poder conectar con lo que de verdad nos importa y trabajar en la zona, entrar en los estados de flujo de los que muchas veces os he hablado. Cuando vas siempre corriendo sin parar, no puedes estar en flujo ya que tu «yo esencial» está unos pasos por detrás de tu «yo activo», no estás conectando, estás simplemente reaccionando. No estás en el aquí y ahora. Todo lo que haces, lo realizas entonces desde el esfuerzo. Y desde el esfuerzo no hay verdadero disfrute y sólo se puede mantener ese ritmo esforzándose más. En cambio, desde el estado de flujo, el esfuerzo se transforma en sintonía con la tarea, en energía focalizada y bien dispuesta, en un hacer desde el propio ser. Como dijo Stefan Zweig: los grandes momentos se hallan siempre más allá del tiempo.
Y además, para aquellos más prácticos y que creen que lo importante son los resultados, hay que recordar como bien dice Honoré (y otros estudios confirman), la prisa y la aceleración, empeoran el rendimiento y conducen a tener más errores. Como he dicho antes, todo tiene un ritmo adecuado y si tratas de acelerar ese ritmo, el resultado empeora. Os dejo para finalizar con un cuento zen que he leído en un fantástico libro de santiago Alvárez de Mon, La lógica del corazón:
Cuando le preguntaron si nunca se había sentido desanimado por el escaso fruto que sus esfuerzos parecían producir, el Maestro contó la historia de un caracol que emprendió la ascención a un cerezo en un desapacible día de finales de primavera.
Al verlo, unos gorriones que se hallaban en un árbol cercano estallaron en carcajadas. Y uno de ellos le dijo:
– ¡Oye, tú, pedazo de estúpido!, ¿no sabes que no hay cerezas en esta época del año?
El caracol sin detenerse, replicó: No importa. Ya las habrá cuando llegue arriba.
¿Te atreves a bajar el ritmo? ¿Trabajas en flujo o te esfuerzas?
Si no sabes cómo hacerlo anímate a hacer unas sesiones de coaching o psicoterapia conmigo.
Si quieres escuchar el post en formato podcast clicka en el reproductor:
Mertxe Pasamontes
Comments
Hace años que leí a Carl Honoré, su apuesta por el Movimiento Slow… fue un libro que en esa epoca me ayudó mucho a reflexionar sobre todo este tema y sobre como quería vivir. Ese mismo verano me fuí dos meses a Irlanda a un pueblo slow donde tube la oportunidad de conocer a la presidenta de SlowFood Irlanda y visitar su granja. Completamente otra manera de ver las cosas y disfrutar de ellas, però tengo muy buen recuerdo de toda la experiencia.
Creo que el mundo iría mejor si todos nos plantearamos esto de vez en cuando.
Un placer leerte.
Saludos,
En Punset dice:
Tengo tantas cosas a hacer que no puedo ir rápido.
Me lo aplico desde que lo escuché.
Salut!
Jordi
Cierto, Jordi, sobre todo su hija, Elsa Punset, insiste en la idea de prestar atención a lo que hacemos en cada momento para ser más felices. También pensé en ella al leer una de las referencias que facilita la autora de este post acerca de la importancia del AQUÍ el AHORA.
A este respecto, estoy leyendo unlibro «El cerebro de Buda» te enseña cómo alejarte de las distracciones y te facilita una serie de consejos para procurar la atención plena diaria:Honoré
El anterior comentario «se me ha escapado» sin terminar.
Decía que en ese libro («El cerebro de Buda», Milrazones 2011) se trata también el tema del «aquí» y el «ahora» desde la perspectiva que propone Punset y, en cierto sentido, también Honoré. Sus autores insisten en la importancia de prestar atención a lo que hacemos en cada momento para ser más felices, enseña cómo alejarnos de las distracciones y facilita una serie de consejos para procurar la atención plena diaria. ¡Muy recomendable!
Hola Mertxe.
Estas navidades me regalaron «Elogio de la lentitud». Ando leyendolo en estas últimas semanas y realmente es una lectura que me está haciendo reflexionar mucho, además justo ahora que acaba de nacer mi primer hijo.
Aunque es muy complicado reducir el ritmo en esta sociedad tan frenética en la que vivimos, si que estoy descubriendo que hay una gran cantidad de pequeñas cosas que por inercia hacemos rápido y que ahora me estoy concienciando en hacer de una manera más lenta… ¡y me encanta!
Os invito a leer mi última entrada en mi blog que precisamente habla sobre las reflexiones que estoy haciendo gracias a esta lectura. http://bit.ly/f9IdtJ
Saludos.
El otro día ví este video en el blog de Fernando López (@ferlopfer). Creo que va en la misma línea http://bit.ly/fQLZTT
Me alegro mucho de ver que hay como una corriente de lentitud, como una ola de vivir el momento, de disfrutar y saborear la vida. Vamos bien….
🙂
mertxe… mira qué pensé un dia volviendo de BCN en moto. Me iba la cabeza a 100 km/h, necesitaba llegar pronto a casa para hacer no sé qué.
Lo que hice fue salir de la autopista, e ir por la N-II.
Me paré en el rincón más bonito de la N-II en su paso por el Maresme… y esto es lo que me encontré.
http://jordiperez.tumblr.com/post/1534133256/a-veces-voy-con-tanta-prisa-que-no-puedo
Salut!
Jordi
Yo les digo a mis clientes «Tranquilízate, tenemos té»… porque creo que hacemos las cosas muy deprisa, no las disfrutamos y una manera de pararse, de disfrutar, es la lentitud de la preparación de una taza de té: desde decidir que té vas a tomar, preparar el agua, infusionarlo esperando el tiempo justo, esperar que la temperatura sea la adecuada para beberlo…. en fin, seguro que hay tés rápidos, siempre los hay, pero los que se disfrutan son los que se paladean. Como la vida….
Es verdad que debemos ir mucho más lentos por la vida hay que saborearla muy bien, que es muy corta y no te das cuenta de ello hasta que llegas ha una edad madura y ves
El tiempo que cuenta es mucho menor que el ya ha pasado, intentar vivir despacio y sin pausa lo peor de todo es querer llegar a todo si ello implica dejarte la salud, intentar tener un pequeño espacio propio, para poder disfrutar un poco de cosas que nos agraden
Mertxe el cuento precioso.