Millenium de Stieg Larsson
Hoy voy a hablar en esta sección de Domingo Literario de la trilogía de Stieg Larsson compuesta por los títulos: Los hombres que no amaban a las mujeres, La chica que soñaba con una cerilla y un bidón de gasolina y La reina en el palacio de las corrientes de aire. Resulta difícil decir algo sobre estas obras que no se haya dicho ya antes, una trilogía que provoca las más controvertidas reacciones, que cuenta con fervientes seguidores y detractores por igual. Vaya por delante que yo formo parte del grupo de fervientes seguidores y como dijo Vargas Llosa en un artículo sobre la Trilogía, admito sus problemas técnicos, sus momentos de anticlímax, sus soluciones en determinados momentos un tanto deux ex machina, pero me sigue apasionando la posibilidad de que la justicia triunfe en un mundo que muchas veces se nos antoja demasiado cruel e injusto.
El hilo argumental de la trilogía es la reparación legal y moral de las injusticias cometidas contra la principal protagonista Lisbeth Salander, una heroína de nuestro tiempo, en la linea de los justicieros clásicos, pero con la tecnología como arma y la inteligencia y la astucia como sustitutivo de la fuerza física, una especie de metáfora del famoso refrán: La pluma es más poderosa que la espada. Este arranque argumental discurre por las más variadas situaciones ofreciéndonos una imagen de la aséptica y moderna Suecia un tanto diferente de la que nos habíamos imaginado, haciendo hincapié en actividades delictivas de muy diferente índole, que implican a todos los estratos y clases sociales. La profesión de periodista de investigación de Larsson hace de la obra una crónica de los submundos que discurren en nuestra civilización occidental teóricamente tan avanzada poniendo especial énfasis en aquellos delitos que tienen a las mujeres como principales víctimas.
Como dice el mismo Vargas Llosa en el artículo referido:
Como todas las grandes historias de justicieros que pueblan la literatura, esta trilogía nos conforta secretamente haciéndonos pensar que tal vez no todo esté perdido en este mundo imperfecto y mentiroso que nos tocó, porque, acaso, allá, entre la “muchedumbre municipal y espesa”, haya todavía algunos quijotes modernos, que, inconspicuos o disfrazados de fantoches, otean su entorno con ojos inquisitivos y el alma en un puño, en pos de víctimas a las que vengar, daños que reparar y malvados que castigar. ¡Bienvenida a la inmortalidad de la ficción, Lisbeth Salander!
Algunos fragmentos:
Se lo debía y ella siempre pagaba sus deudas. […]
– No entiendo por qué los hombres siempre documentáis vuestras perversiones- dijo Lisbeth en voz baja. […]
Quería que la dejaran en paz. Al fin y al cabo era ella la que tenía que vivir consigo misma. No esperaba que nadie fuera su amigo. […]
Otro de los méritos de Larsson es que ha puesto de moda la novela negra escandinava, en la que ya se movían autores destacados como Henning Mankell y han salido en los últimos años nuevos e intersantes talentos. Por todo lo dicho, una obra recomendable con una sola advertencia: si te engancha la primera no podrás parar hasta que te acabes las tres!
Mertxe pasamontes
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