La magia de la intimidad
Últimamente toco algunos temas un poco conflictivos y tal vez para algunos demasiado profundos (en el sentido de entrar a hurgar un poco más adentro). Pero es que si queremos avanzar en nuestro autoconocimiento y en nuestro crecimiento personal, aunque no te lo creas o no te guste, no podemos quedarnos en la superficie. O en listas de consejos para sentirte bien. Todo está bien y tiene su momento. Por tanto, entrar un poquito más también se puede hacer sin que nadie se rasgue las vestiduras. Y que nadie se asuste, cuando llegue el verano nos pondremos más livianos. 😉
No tan de frente como ahora, pero de este tema ya he hablado en otros post. Cuando hablé de la vulnerabilidad, en el fondo estaba hablando de la condición indispensable para poder conectar de verdad con los demás, hacerlo desde tu Yo auténtico y desde el coraje de mostrarte. La principal característica de la intimidad (en su significado relacional y no como opuesto de lo publico), es ser un tipo de relación en que dos personas (o más) se relacionan de una manera auténtica, se quitan las máscaras y miran sus verdaderos Yos. Es un espacio en que te muestras como eres, con tus virtudes y tus defectos. No importa ni condiciona tanto, como sucede en las relaciones sociales, lo que los demás puedan pensar de ti, puedes relajarte y ser tu mismo.
Esa autenticidad es la que hace que sea algo tan preciado y necesario pero a la vez nos dé tanto temor. Estamos exponiendo nuestra parte más sensible a la mirada ajena y tememos ser dañados. Por eso solemos hacerlo con tan pocas personas y en tan pocos contextos. Uno de los lugares en que esta intimidad suele darse con más frecuencia es en la pareja. Pero también es uno de los lugares en que más frecuentemente salimos dañados, pues la verdadera intimidad requiere reciprocidad. Si yo me estoy mostrando pero la otra persona no, se produce un desequilibrio. Puede estar bien en algunas situaciones (como por ejemplo, en el contexto terapéutico, en que se da una relación de confianza pero no de total reciprocidad) pero en la pareja eso no funciona. Si en la pareja uno de los miembros se muestra totalmente abierto y el otro no, el primero acabará sintiéndose defraudado, que su apertura no es correspondida como merece. Puede incluso acabar resentido, por sentir que ha entregado algo muy valioso y ha recibido poco a cambio y por la sensación de riesgo que conlleva esa desigualdad.
Lo mismo sucede en la amistad. Con un verdadero amigo se comparte esa intimidad, ese poderte mostrar tal cuál eres. Pero también requiere para que la relación siga avanzando que se dé esa reciprocidad. Yo me muestro y me abro y tu te muestras y te abres a su vez. No quiero que parezca que lo digo como una obligación , pero es que es algo natural que queramos sentir que nos exponemos mutuamente, que ponemos aquello más íntimo en un lugar común, que podemos confiar el uno en el otro.
Por eso tantas relaciones de amistad, o de pareja, o incluso familiares, fracasan. Porque me abro y encuentro un muro, o peor aún, un juez. Porque me abro y al otro lado hay alguien que no se quita la máscara y siento que me quedo solo. Porque me abro y el otro usa ese material sensible contra mí. En todos los casos me siento expuesto, incluso traicionado.
Pero la solución, cuando las cosas salen mal, no es cerrarse. Está bien colocarte la máscara con quién ya te ha demostrado que no puedes confiar. Pero eso no quiere decir, aunque te duela la herida, que tengas que hacerlo con el resto de personas. Hay personas dispuestas a abrirse, a arriesgarse, a mostrase sin disfraces. Y en esa conexión, entre dos seres abiertos, sin tapujos, sucede algo mágico. Eres reconocido en tu esencia, en ti mismo, sin hacer nada. Y reconoces al otro de la misma manera. Es un momento sagrado. Por eso, no hay que abrirse menos, sino abrirse más pero mejor. Con las personas adecuadas. Y retirarse de aquellas relaciones en que encuentres puertas cerradas, o personajes que sientes falsos. No es fácil y te equivocarás muchas veces. Pero la recompensa de ese momento de intimidad, merece la pena. Porque además, no sólo conoces al otro, sino que cada vez que entras en esa conexión, te conoces un poco más a ti mismo, ya que sólo podemos ver ciertas partes de nosotros mismos en la mirada del otro. Pues como dice un pensamiento anónimo: Un amigo es aquel que conoce la melodía de tu corazón y te la puede cantar cuando la olvidas.
¿Te cuesta entrar en verdadera intimidad? ¿Disfrutas de poder mostrate tal como eres?
Si quieres escuchar el post en formato podcast aquí lo tienes:
Mertxe Pasamontes
Comments
Mi problema es justo lo contrario…me cuesta no entrar en intimidad. A veces tengo la sensación que me guardo muy poquito de mí misma para mí…pero es que me cuesta mucho no hacerlo…en cuanto siento que tengo una conexión mínima con alguien me abro y me doy…y como dices…si luego me decepcionan, mala suerte, pero no puedo dejar de hacerlo porque lo siento así. Y desde luego, tengo la inmensa suerte de haber vivido unas conexiones realmente mágicas y preciosas…y ese es el regalo que se tiene al arriesgarse. Un beso Mertxe!
Lindo tema! Y el título me encanta. Es genial sentir esa magia que se produce al conectar con alguien sea tu pareja, tu hijo, tu amigo o incluso un encuentro casual, por ejemplo, con quien compartes 3 horas en un avión (me ha pasado).
Me parece que es lo mejor que tenemos para ofrecernos unos a otros. Esa comunión de espíritus y de momento de suspensión del juicio y de puro estado de entender y disfrutar con el otro. El corazón baila y la vida se muestra en su dimensión más humana.
Basicamente me gusto bastante,por eso no tardo mucho en mostrarme como soy.
Y si reputo que la otra persona sea inteligente y me pueda ser de ayuda,no oculto tampoco mis debilidades porqué me puede ser util una analisis de esas mismas para encontrar una solucion.
Hace unos meses he empezado un camino con un coach y el mismo me ha asegurado de que mi compromiso y entrega no son faciles de encontrar a menudo.
Tambien hay que decir que he encontrado una persona que comparte bastante mi manera de ser y,com oexplica Mertxe,ha nacido esa magica relacion entre seres que se entienden y que comparten las visiones.
En fin…esto de la intimidad no es uno de los problemas.
Gracias Mertxe.
Excelente articulo, aunque la explicación sobre el uso de “máscaras” en las relaciones personales puede que falte algo de profundidad…no es tan simple ponerse o quitarse las máscaras cuando no se es consciente del problema o no se tenga las herramientas y técnica para hacerlo de manera natural. Saludos.
Felicidades por esta forma de exponer un tema tan delicado muchas gracias,
Caminante no hay camino, se hace camino al andar… y en eso llegamos y nos vamos, los caminos se cruzan, vienen y van. Entre más nublado el camino más tropiezos, tristezas, desengaños… Y al contrario, cuando hay un faro, una brújula – que funcionen en la realidad con resultados tangibles, medibles – bueno, no hay de qué preocuparse ¡todo es divertido!
Siendo así, la lealtad ni la traición existen, la verdad ni la mentira tampoco, ni el bien ni el mal; el afuera simplemente es como es, y no de otra manera; el adentro igual ¿qué eres capaz o qué quieres hacer?
Hay tanto que no hay tiempo que perder porque la imperfección es nuestra naturaleza; maravillarnos o asustarnos como cuando miramos las estrellas a través del telescopio, o ser precavidos como cuando miramos virus peligrosos en el microscopio; si somos, simplemente somos; si no, lo padecemos.
Aprender a caminar, que difícil es, pero nada que no se pueda aprender, nada que no se pueda hacer… en el fondo no es más que un juego, en el que al volver la vista atras, se ha de mirar la senda que no se puede volver a pisar.
Gracias por haberme dado la oportunidad de adentrarme en la magia de la intimidad con todo lo que ello conlleva.Cada vez soy más feliz de sentirme vulnerable en la intimidad. Ese es el regalo.
Siento exactamente lo mismo que el usuario de arriba, por adentrarme en la intimidad cada vez me siento mejor conmigo mismo.
Bonito artículo el de hoy… Saludos!
Me encanta la foto ahora que la veo bien!
Si que es la Laguna Azul de Islandia. Es realmente un país increíble….