El derecho a ser normal
Las redes sociales han traído muchos cambios a nuestras vidas y al modo en que nos relacionamos con los demás. Uno de esos cambios es el aumento del narcisismo y el exhibicionismo. Muchísima gente tiene trabajos fantásticos, hace vacaciones maravillosas, practica deportes extremos, va a restaurantes exóticos y viste ropa de marca. Parece que hemos perdido el derecho a ser normales. Y por eso escribo estoy hoy, para reivindicar ese derecho a ser normales.
Nos hemos criado la mayoría en una sociedad que ha fomentado un cierto grado de competitividad desde niños: quien sacaba mejores notas, o era mejor en un deporte o ganaba un concurso de dibujo o escritura. Parecía que si no eras uno de esos, tu contribución o tu habilidad no valían la pena. Y con la eclosión e invasión de nuestras vidas de las Redes Sociales ese “a ver quien mea más alto” infantil se ha convertido en una exhibición perpetua, en una carrera sin fin, sin posible destino porque siempre se puede hacer más, ser más en algo o conseguir más. Y porque siempre habrá alguien, aunque sea sólo uno, que tendrá o hará algo más que tú. Por eso, reivindico de nuevo mi derecho a ser normal.
Reivindico mi derecho a comerme unos huevos fritos con patatas y disfrutarlos sin necesitar que sea sushi, o cocina de autor o hamburguesas de quinoa debidamente fotografiadas. Y a hacerle una foto a mis huevos fritos si me apetece. A irme de vacaciones a una playa normalita y no recorrer el mundo, o atravesar Australia, o hacer trekking en el Nepal y estar igual de orgullosa y contenta de mis vacaciones. A caminar cada día un rato para mantenerme en forma y no tener que correr una maratón y colgar mi foto sudorosa para demostrar que me he superado a mi misma. A tener un puñado de followers en Twitter y estar agradecida por ellos, sin necesidad de tener 100.000 o un millón. O en Instagram o en Facebook. A publicar un curso online y vender unos cuantos y no tener que conseguir cien ventas y publicar un artículo sobre ello para que todos vean que soy un “gurú” de la psicología. A ser una psicóloga que se preocupa y mima a su pacientes, pero que no sale por la televisión. Y no sentirme menos por ello. A no tenerme que hacer cien selfies con retoque para colgar una foto fantástica y poder colgar una foto cualquiera, riéndome con una amiga con los ojos achinados de tanto reír. A tener un móvil práctico, que me funcione y no tener que exhibir el último modelo para parecer “cool”. A dar una charla desde el corazón, explicando mi experiencia y no necesitar hacer una charla del TED para sentirme una “buena oradora”. A vestir con algo que me resulte práctico y cómodo y no tener que llevar unos “manolos”. Y a poder hacer todo eso, sin decirlo, sin fotografías, sin testimonios. O con ellos. Según lo sienta y me apetezca. Y disfrutarlo de ambas maneras.
Y ya sé que puedo hacer todo eso, que nadie me lo impide. Y también sé que cada cuál tiene derecho a llevar su vida como quiera y exhibirla como mejor le parezca. Pero sé que todos me entendéis y sabéis de qué estoy hablando. Yo he puesto una fotografía de un aperitivo de patatas fritas y berberechos y he recibido un comentario diciéndome que eso era de pobre. Y me ha importado un comino el comentario, pero no el hecho de que hayamos llegado a eso.
Yo no quiero ser la mejor versión de mi misma, no sé ni lo que eso significa. Quiero ser un ser humano normal, con sus fortalezas y sus debilidades, con sus destrezas y sus torpezas. Con sus días buenos y sus días no tan buenos. O incluso malos. Que a veces puede hacer algo excepcional, pero muchas otras hace sólo cosas normales, sin estridencias. Que monta a caballo para disfrutar pero que nunca será una estrella de la doma. Que practica Mindfulness a diario pero que no pretende iluminarse, ni levitar, ni que le admiren por ello. Y que sí, un día puedo comer sushi, o ir a Islandia, o salir por TV, pero eso no cambia nada de lo que soy por dentro, de lo que soy como ser humano sintiente. Es sólo una anécdota, no forma parte de mi identidad, no me define como persona.
Por eso, reivindico mi derecho a ser normal. Y a poner mis esfuerzos en mi crecimiento interior, en ser más compasiva con los demás y conmigo misma. En disfrutar de verdad de las pequeñas cosas de la vida, con atención plena. En agradecer lo que tengo. En disfrutar siendo quien soy, sin compararme con nadie. En abrazar a mi gato callejero, que no ganaría un concurso de belleza felina pero para mi es el mejor gato del mundo. En dejar que la felicidad brote de manera espontánea, sin necesidad de grandes logros, por el mero hecho de estar viva. En vivir hoy, ahora, con lo que tengo y soy. Y conectar, sobre todo conectar, conmigo misma, con los demás, con la vida. Cada día que conecto, cada día que fluyo es un día ganado a la eternidad. Y eso no implica que no pueda, que no podamos hacer cosas extraordinarias. De esas que brotan del corazón, de nuestros verdaderos dones , de esos regalos que la vida nos ha dado para que los compartamos con el mundo. Y en eso no hay que ser avaro ni humilde. Eso hay que mostrarlo y compartirlo, porque para eso nos ha sido dado. Esa es nuestra misión en la vida y estamos aquí para cumplirla.
Mertxe Pasamontes
Pd. Parte de todo esto lo enseño en mi curso online Dueño de tus emociones, Capitán de tu destino. Así que no tienes excusa si no sabes cómo empezar a hacerlo. Disfruta el verano!
Comments
Gracias por tu post Mertxe. Me ha encantado.
A ti Mario por dejar un comentario!
Al leer pensaba en la frase “no corras tras un sueño que no es tuyo”. A veces se puede perder el foco y correr tras ideales sociales. Este articulo me gusto mucho y lo quiero compartir, gracias.
Un abrazo.
Toda la razón Hernán. A veces estamos cumpliendo los guiones o deseos de los demás, no los nuestros propios. Gracias por participar!
Hola Mertxe:
Me sumo a tu reivindicación porque encantan los huevos fritos 😉 y porque no hay nada como saber disfrutar de las pequeñas cosas de la vida. En el fondo, a mí me da la sensación de que “vivir para contarlo” es vivirlo un poco menos… aunque a veces apetece compartir.
Me viene a la cabeza un curso que hice hace un par de meses donde hablaban del FoMO o “fear of missing out” que sería como “miedo a quedarse fuera” en relación a la ansiedad que a algunas personas les entra al ver en Facebook o Instagram que sus amigos están en sitios increíbles pasándoselo genial y sentir ellos que su vida no está a la altura de la de los demás…
En fin…
Un saludo y enhorabuena por el post
Olaya
Hola Olaya
Pues si, siempre nos perderemos algo. Pero más lo haremos si no estamos disfrutando en el lugar que estamos.
Gracias por comentar!
Bellísimo artículo, poner los pies en la tierra y vivir una vida de verdad es lo que necesitamos en estos tiempos, porque tal parece que nuestra vida es un reality show, y que ser normal esta mal visto. Gracias por sus reflexiones y por compartirlas
Hola Claudia
El dios de las pequeñas cosas, eso es lo que hay que buscar a cada instante.
Gracias por comentar!
Hola Mertxe,
siempre leo tus posts porque me gustan y me aportan sabiduría pero este me ha encantado.
Y la foto…. es cuestión de atención y concentración poder estar en equilibrio ahí? me fascina.
Gracias!
Gracias Lourdes por el comentario. Es muy difícil estar en equilibrio ahí, yo apenas doy unos pasos antes de caerme. Pero es divertido hacerlo!
Gracias por tu reflexion tan hermosa y a la vez profunda,, vivir con plenitud sin tener que preocuparte por complacer sino a ti misma y a amarte en tu sencillez.
Vivir dichose de quien se es y aceptarse
Hola Luz
De eso se trata, de ser feliz siendo uno mismo.
Gracias por comentar!
Hola Mertxe!
Gracias por este post. Pienso igual que tú.
Debemos ser conscientes de qué queremos en nuestra vida y no necesitar que los demás nos den su aprobación / admiración en forma de like.
Al final lo que aparece en las redes sociales está “editado”, es una versión parcial y maquillada.
Vivir las experiencias para contarlas y publicarlas en las redes sociales significa no disfrutar del momento presente sino estar pensando qué foto quedará mejor, qué texto pondrás. Dejas de vivir para contar lo bien que te lo pasas. Y eso no es real. Es pose.
Al final, con tantas cosas guays que dice la gente que hace, si un día te quedas en el sofá leyendo puedes tener la sensación de que tienes una vida aburrida y que deberías estar haciendo otra cosa. Pero si te apetece leer toda la tarde, ¿qué?
Prefiero vivir mi vida que contarla. 🙂
Un abrazo!
Hola Sandra
Toda la razón! primero vivir y luego, si se tercia, compartirlo.
Gracias por pasarte!
Me encanta el post Mertxe! Besos!
Gracias Paula!
Realmente me he sentido más que identificada, esa es la sociedad en la que estamos viviendo, y creo que trasciende a las redes sociales, Creo que estas, no son más que el reflejo de la sociedad tal cual es. Lo mismo pasa con la tecnología en general, la culpabilizamos de nuestra adicciones, cuando no es la herramienta sino el uso que hacemos de ella. Harían falta muchos más posts sobre este tema con esta exacta reivindicación. Gracias Mertxe.
Me alegro Gabriela que te haya resonado. Y es buena idea, me plantaré hacer más post en esta línea. Gracias por comentar!
Reivindico en tu nombre, el derecho a ser normal. 😉