¿Es la infidelidad genética?
Uno de los temas más debatidos en los últimos años de la historia de la ciencia ha sido el existente entre los genetistas- deterministas (todo está determinado por los genes y la biología) y los ambientalistas (el ambiente es lo determinante). Incluso ha habido algunos intentos de contemporizar y llegar a un salomónico 50/50 que dejara a todos contentos. Pero la realidad siempre es un poco más compleja de lo que parece.
Como comenta Eduard Punset en su libro El viaje al poder de la mente, ambas cosas son necesarias y además mutuamente interdependientes, es decir, necesitamos la genética y la fisiología para explicar la base, el punto de partida, pero tenemos que incluir la influencia contante del ambiente para entender al ser humano. Como él muy bien dice: psicólogos y neurólogos están condenados a entenderse.
Louann Brizendine, neuropsiquiatra; autora de «El cerebro femenino» y ´El cerebro masculino´nos dice en una reciente entrevista:
Para empezar, el hipocampo, área cerebral que regula la actividad sexual, en el hombre es dos veces y media mayor.
¿Y eso le hace esclavo de sus pasiones?
Entre los 9 y los 15 años, el niño sufre un aumento de testosterona del 250 por ciento. Eso influye sobre todo – pero no sólo- en su sexualidad…
¿En qué más?
Los niños son más violentos, agresivos, posesivos, territoriales y jerárquicos, y muestran distinta visión espacial que las niñas. Ellas tienen quince veces menos impulso sexual.
No podemos negar los condicionantes biológicos pero tampoco podemos olvidar que esos niños y niñas crecen en un determinado entorno social y educativo que les fomenta unas conductas y les inhibe otras. Se ha visto en estudios de gemelos separados al nacer que una persona puede ser portadora de un gen que predispone a la esquizofrenia y no desarrollarla por vivir en una ambiente acogedor y amoroso.
Por tanto, nuestros genes nos pueden dar una predisposición hacia algo, pero que eso se manifieste o no dependerá en mcuhos casos de factores ambientales, psicológicos, sociales, etc…Y es más, la plasticidad cerebral nos permite que incluso cuando una conducta está ya presente, poderla cambiar si no nos favorece activando nuevas conductas incompatibles con la anterior (como se hace en el caso del tratamiento del alcoholismo). Por eso, antes de echarle la culpa a los genes de tu conducta, piénsatelo un momento. 😉
¿Crees que lo que te sucede depende de tus condicionante biológicos o crees que son conductas aprendidas?
Mertxe Pasamontes
Comments
Qué bonito artículo. Hombre, está claro que si los genes fueran los determinantes, la teoría de darwin no habría tenido ningún sentido, y de hecho, sería imposible la evolución, saludos.
Que articulo mas interesante!
Gracias por compartir