Estar presente
Estar presente es uno de los estados más complicados de conseguir para el ser humano, ya que nuestro cerebro discursivo nos arrastra fuera del presente continuamente. Nuestra cabeza se va al pasado y/o al futuro, o bien recordando cosas o planificando o anticipando posibilidades futuras. Es un funcionamiento normal y no es que haya que evitarlo todo el tiempo, en muchas ocasiones ya está bien que sea así. Pero si no estamos prácticamente nunca en el presente, de verdad en el aquí y ahora, acabamos perdiéndonos casi todo lo que nos sucede. Es como si todo le estuviera sucediendo a otro, ya que no lo vivimos sino que lo recordamos una vez ya ha pasado.
Por eso hay que cultivar el arte de estar presente. Quizás en sociedades menos racionales y menos aceleradas eso suceda de manera natural. Pero en nuestra sociedad occidental es difícil que pase más allá de los momentos vacacionales. E incluso ahí, solemos llenar el tiempo de un modo que muchas veces nos aleja de esa vivencia de estar presente.
Algunas ideas para estar más presentes:
– Meditación y mindfulness. Es el entrenamiento esencial para empezar este aprendizaje. Cuando practicas mindfulness vas aprendiendo poco a poco a volver al ahora, a centrar tu atención en lo que sucede momento a momento. Esa habilidad, conforme se fortalece, se va pudiendo usar cada vez más en el día a día. Recuerda que en mi nuevo libro Calma tu mente, domina tu ansiedad encontrarás una completa iniciación a la práctica del Mindfulness con meditaciones guiadas.
– Acuérdate de hacer unas cuantas respiraciones profundas aunque sea una vez al día.
– Trata también de ser más consciente de tu cuerpo. Puedes empezar a hacerlo dándote cuenta de la postura que tienes y de si hay algún punto de tensión en el cuerpo.
– Pierde tu mente y vuelve a tus sentidos; saborea, siente con el tacto, escucha con atención, mira con interés y huele el mundo.
– Busca actividades en las que puedas fluir con facilidad. Practica yoga, tai-chi o cualquier disciplina que te haga estar-ser consciente de ti mismo.
– Enlentece tu actividad, aunque sea media hora al día. Cuando realizas algo más lentamente es más sencillo que puedas ponerle atención y por tanto presencia.
– De vez en cuando guarda silencio y elimina los estímulos sonoros. Si es posible pasea por algún lugar natural, un bosque, una playa y simplemente observa.
– Cuando estés en una conversación con alguien que te importe, practica la presencia plena. Mírale con atención, poniendo tu atención en el otro no en el contenido de tu mente. Déjate llevar también por el sonido de su voz, por el timbre, los cambios de entonación, las pausas, por cualquier pequeño detalle sonoro. Escúchale de verdad, con todo tu ser. No estés en tu cabeza pensando en qué dirás en el momento siguiente. Sólo escucha.
Es muy raro encontrar personas que realmente estén presentes cuando comparten un tiempo con nosotros. No es fácil poner en palabras qué es estar presente en la interacción con otro, pero cuando encuentras a alguien que lo está, se nota. Te sientes realmente escuchado y acogido. Se acaba esa conversación que en realidad son dos monólogos en compañía. El otro está ahí para ti. Y tú puedes estarlo para el otro. El contacto humano se muestra así en plenitud. Creo que está muy bien explicado en este poema de Virgina Satir:
“Creo que el mejor regalo
que puedo recibir de alguien es,
que me vea, que me escuche,
que me entienda, y que me toque.
Si me tocas tierna y gentilmente.
Si me miras y me sonríes.
Si me escuchas alguna vez,
antes de hablar de ti.
Entonces podría crecer,
realmente crecer”
No es fácil estar presente. Es algo que se nos escapa continuamente y a lo que hemos de volver una y otra vez. Pero cada vez que estás ahí, un nuevo mundo se abre. Un mundo de sensaciones y emociones. Un estar y vibrar con el mundo. No te quedes sin probarlo. Y si no sabes cómo empezar o avanzar con ello, recuerda que puedo ayudarte.
¿Cuantas veces estás presente al día?