La necesidad del contacto físico

El contacto físico
Una de las necesidades humanas más esenciales es el contacto físico. Cuando somos niños esto es algo, que salvo casos extremos, conseguimos con facilidad. Los niños pequeños son abrazados y besados y ellos mismos abrazan a los demás cuando lo desean. Pero la sociedad occidental limita bastante el contacto físico entre adultos y éste está circunscrito al ámbito familiar, pareja o a las amistades cercanas. Y las personas que viven solas, o con poca familia o amigos, pueden tener dificultades para sentir el contacto físico de los demás. ES un problema cada vez más frecuente en la vejez; ancianos que viven solos sin apenas relaciones sociales.
La investigación al respecto
Ya comenté hace tiempo en un post que unas investigaciones de los años 50 llevadas a cabo por Rene Spitz mostraron que bebés criados en un orfanato podían morir no por la falta de cuidados, sino por la falta de contacto físico. No recibían el principal alimento del ser humano: el amor. No eran tocados, acariciados, besados. No se sentían queridos. Eran niños de ojos abiertos y mirada fija, sin expresividad facial y que no lloraban pues sabían que nadie iba a acudir a atenderlos. Muchos se deprimían y morían.
Una investigación reciente llevada a cabo por Sander Koole of VU University Amsterdam y publicada en Psyochological Science ha estudiado los efectos del contacto físico en personas con baja autoestima. Uno de los miedos principales de las personas es el miedo a la muerte y en las personas con baja autoestima este miedo está más presente que en el resto. Las personas con baja autoestima parecen sentir que sus vidas no tienen un sentido especial y eso les hace manejar peor el miedo a la muerte que aquellas que piensan que su vida está llena de sentido.
En los diversos estudios que realizaron pudieron ver que incluso un ligero contacto (como una palmada del experimentador en la espalda, dada de un modo casual) mejoraba el modo en que afrontaban esos temores. Parecía que incluso si tenían que hablar del tema, haciéndolo con contacto físico, se sentían más seguros. Esto hizo pensar a los investigadores, que en las terapias el contacto físico podría ser un elemento interesante a introducir.
El contacto terapéutico
Yo lo hago, tocar gentilmente, con prudencia, en mis terapias. Y digo con prudencia porque muchas personas pueden sentirse incómodas si les coges una mano o les tocas un brazo. Pero hay momentos en que la única manera que una persona tiene de afrontar un miedo es que la lleves de la mano. Literalmente. Después podrá hacerlo sola, pero esa primera vez, esa mano que la acompaña es esencial. Sería como cuando siendo niños nuestros padres nos sostenían la bicicleta hasta que cogíamos un poco de impulso y entonces nos dejaban ir. Esos segundos previos de sostén nos daban la confianza necesaria para poder hacerlo.
Hay muchas otras razones para tocar y ser tocados. Y estoy segura de que no sólo es por los motivos que cuenta el estudio. Otros estudios han demostrado que los abrazos si son algo prolongados, liberan oxitocina, una hormona que fomenta el apego y nos da sensación de bienestar. Y no necesitamos estudios para saber que cuando somos tocados con amor, con cariño, con respeto, nos sentimos bien. El contacto corporal nos saca de la mente, nos lleva al cuerpo y nos relaja.
Vivir más en el cuerpo
El problema es que nos habituamos a esa falta de contacto y vamos insensibilizando poco a poco el cuerpo, que cada vez requiere de mayor intensidad para sentirse vivo y despierto. No sólo dejamos de tocar a los demás, sino que olvidamos sentir nuestra propia piel y todas las sensaciones que podemos percibir a través de ella. Sin pararnos a pensar que la piel es el órgano más grande del cuerpo humano, nuestra frontera con el mundo pero a la vez uno de los mejores puentes de comunicación que existen. Como dijo el Dalai Lama: El tacto es el vehículo del consuelo mutuo: para empezar, los abrazos o los apretones de mano.
Puedes releer el post Sentir a través del tacto para encontrar una serie de ideas de cómo sentir más a través del tacto, de la piel, del contacto con los demás. Si tienes hijos, abrázalos, bésalos, tómalos de la mano. No escatimes muestras de afecto con tus hijos y de mayores ellos serán también personas afectuosas. Y tendrán una mayor autoestima. Si tienes pareja, disfruta también de ese contacto y coge su mano cuando te explique algo que le preocupe. Si tienes un gato o u perro, sabrás también lo sumamente satisfactorio que es su contacto, sentir su calor, acariciar su pelo. Es además un contacto puro, libre de cualquier prejuicio. No sentimos libres haciéndolo, nadie nos juzga.
Abraza más a tus amigos. Y déjate abrazar tú también. Permanece en silencio mientras abrazas y alárgalo unos 20 segundos mientras respiras plácidamente. Aprovecha ese contacto para conectar de un modo más profundo, menos superficial. Para aprender a sentir más y pensar menos. Para que la mente habite también el cuerpo y no la sientas circunscrita a tu cabeza. Nuestra mente existe de la cabeza a lo pies. No te limites.
¿Te gusta el contacto físico? ¿Eres de los que abrazas bastante o de los que no?
Mertxe Pasamontes
Comments
El contacto físico de dos epidermis y su fusión, hacen de ello lo más bello, tierno y saludable del universo. .
Es una manera de escuchar a otra persona y de sentirnos escuchados, a través de la piel. De decir y de que nos digan, tu me importas y eso siempre nos va a sentar bien. Coincido totalmente en tu manera de expresarlo y de hacer.
Un abrazo
¡¡¡Excelente entrada Mertxe!!!
¡Cuánto nos cuesta a veces ese contacto y que poder tienen los animales para sacar esas cualidades que nos empeñamos en esconder!
🙂
Interesante lo que aquí se menciona. Soy ingeniero, y en mi formación nunca tocamos este tipo de temas; pero ahora trabajo como profesor, de modo que leer estos tópicos me brinda herramientas necesarias para apoyar a mis estudiantes. Saludos.