¿Sabes realmente qué quieres?
Hace ya un tiempo inicié un post con la pregunta ¿Y tú sabes quién eres? y ya comentaba en él lo difícil que resulta saber quién somos en realidad. El verdadero Yo anda sepultado por capas y capas que no somos nosotros en el sentido más estricto y más profundo, pero que a la vez también forman parte de lo que somos. Esa es una de las grandes dificultades, estar y no estar, ser uno mismo y no serlo al mismo tiempo. Porque así funciona nuestro cerebro, en capas superpuestas y en paralelo, en procesos que se disparan y nos permiten tener en un momento determinado conciencia de nosotros mismos, con una determinado patrón de activación cerebral, para en el instante siguiente, volver a ser nosotros mismos desde otro lugar. Estos cambios de patrón se han observado en algunos estudios sobre la conciencia, como los llevados a cabo por Gerald Edelman, en los que nos explica la conciencia como un núcleo dinámico: un conjunto de neuronas activadas en diferentes partes del cerebro, que nos permiten tener conciencia de nosotros mismos, para en breves milisegundo activarse en otro lugar, sin que nos demos cuenta, pero permitiéndonos tener la sensación de que el Yo es un continuo. Por eso dicen los científicos que la última frontera es el cerebro, por su enorme complejidad.
Y si vamos un paso más allá, por la imposibilidad de correlacionar esos descubrimientos neurológicos con nuestro Yo, ya que nadie nos asegura que no existan otros procesos que estén interactuando o como suele decirse, que nuestro Yo no sea mayor que la suma de esas partes, que ese todo activado cree una unidad mayor que no puede ser explicada por esas unidades, por esas neuronas. Tal vez ahora os estéis preguntando porqué explico esto para hablar de qué es lo que realmente queremos. Trataré de que esa relación entre el título y lo que estoy explicando se vea más allá que en mi propia cabeza.
Para saber qué quieres realmente, has de ser capaz de tener lo que científicos como Karl Friston llaman pensamiento divergente. Nuestro cerebro, como he explicado en otras ocasiones, tiende a la rutina y se pasa el tiempo realizando predicciones sobre lo que ya conoce. Si cada vez que nos levantamos por la mañana, tuviéramos que empezar de cero, el desgaste de energía sería inmenso y además no aprenderíamos de las experiencias previas. Por eso nuestro cerebro nos arroja una proyección de lo que con mayor probabilidad nos vamos a encontrar en ese día, simplificando de ese modo nuestra existencia. Pero eso a su vez lleva a que nos sea muy fácil caer en la rutina y no plantearnos alternativas o caminos nuevos. Ya estamos cómodos como estamos.
Puedes comprobar fácilmente esto que te digo simplemente dándote cuenta de qué pasa cuando sucede algo totalmente nuevo e inesperado: lo más lógico es que durante unas fracciones de segundo te quedes sin entender qué sucede y sin saber cómo reaccionar. Ese algo inesperado y no previsto no sabemos como computarlo. Por eso, si estamos inmersos en una rutina, si andamos metidos en nuestra zona de confort, es casi imposible que pensemos de manera divergente. Y por tanto, para saber qué es lo que quieres realmente has de dar algunos pasos que te alejen de esa zona de comodidad. Y por favor, no estoy hablando de ejercicios de coaching ramplón, de “salir de tu zona de confort” para en realidad darte un garbeo por otra parte de tu rutina sin tomar ningún riesgo. Ni de autoayuda de supermercado o de guruseo ponente. Seamos serios.
Para saber qué quieres, has de poder pensar de manera divergente. Y para eso no basta dar unos pasitos agarrados de un arnés de seguridad o de la manita de “papá y mamá”. Como decía la película 12 monos: no estoy loco, soy mentalmente divergente. Y es que el pensamiento divergente se toca en un punto con la locura, con la única diferencia de poder aterrizar esos pensamientos, esas experiencias, ese algo nuevo en el mundo. No puedes pretender ser lo que tu guión de vida te marca, lo que la sociedad quiere que seas y además ser capaz de pensar de manera divergente. Vas a tener que cultivar ese modo de pensar con ahínco, con un anhelo profundo. Solo, sin hacer nada, a no ser que seas un genio, no te va a venir.
Y para eso vas a tener que probar, experimentar, arriesgar, hacer cosas nuevas y muchas cosas más (algunas las explicaré en otro post, pero ya te advierto que hay más de las que te explicaré) para provocar que esa nueva manera de pensar aparezca. Porque solamente desde ese lugar, con esa nueva perspectiva, con esa posibilidad de conectar con partes más profundas y menos adulteradas de tu Yo, vas a conseguir saber lo que realmente quieres. Y no es un trabajo fácil, pues no te va a bastar una técnica o una experiencia. Cada vez que algo se convierta en rutina dejará de ser divergente.
Así que si quieres saber quién eres y qué quieres de verdad en la vida, te doy la bienvenida a un camino lleno de nuevas experiencias y vivencias. No exento de riesgos. Con el peligro de descubrir que no eras quién te creías que eras. Con el riesgo de darte cuenta de que lo que quieres no es lo que te pensabas. Por ello, la decisión es tuya y sólo tuya. Si quieres seguir viviendo dentro de Matrix o sacar la cabeza fuera. Si eliges la pastilla roja o la pastilla azul. Como dijo Morfeo en Matrix: Esta es tu última oportunidad. Después, ya no podrás echarte atrás. Si tomas la pastilla azul fin de la historia. Despertarás en tu cama y creerás lo que quieras creerte. Si tomas la roja, te quedas en el País de las Maravillas y yo te enseñaré hasta dónde llega la madriguera de conejos. Recuerda: lo único que te ofrezco es la verdad. Nada más.
Y ahora sí que te vuelvo a preguntar: ¿sabes realmente qué quieres?
Si quieres escuchar el post en formato podcast aquí lo tienes:
Mertxe Pasamontes
Comments
El miedo al cambio y el hecho de salir de nuestra zona de confort a menudo nos frena a llevar a cabo aquellos proyectos que llevamos tiempo pensando o llegar a ser quien verdaderamente queremos ser, independientemente de las expectativas de los demás.
Creo que tengo, tenemos, un radar/una sensibilidad/algo, que nos va señalando si eso que creemos que queremos va con nosotros o no. Si obedece a un anhelo profundo o no. Esa parte creo que la tengo encaminada, pero al ser caminos nuevos los que uno transita, están plagados de dificultades -no sólo de felices y exitosos encuentros-, y a veces eso me cansa y tengo que aminorar el paso.
Mertxe me ha encantado la entrada. Precisamente desde hace mucho soy consciente de que no sé que es lo que quiero y por eso no soy feliz con lo que hago.
Yo estoy dispuesta a tomar la pastilla roja, pero me temo que en este caso no será tan fácil como tomarse una pastilla.
No importa estoy dispuesta a todo para descubrir que es lo qué quiero
¿lo estoy?
Esperaré con expectación la continuación de tu post.
Aunque la verdad de los hechos resplandezca, siempre se batirán los hombres en la trinchera sutil de las interpretaciones.
MARAÑÓN, Gregorio
r
Leí hace tiempo: LA PERSONA ES LO QUE HACE…Y CUANDO DEJA DE HACER DEJA DE SER.
Creo que al final de la MAÑANA, TARDE, NOCHE, EN GENERAL al finalizar la TAREA puedo saber QUIEN soy o quien he sido.
Yo lo suelo aplicarla en el día a día, pero me encuentro, que a veces me cunde poco el día…hacer, entonces me encuentro mal, y siento que he perdido un tiempo.
No voy a descubir la otra frase de hace 2011 años por lo menos, no muy distinta a la original que casi reza así: POR NUESTROS ACTOS NOS CONOCEREMOS y nos conoceran.
Aunque piense que los DIOSES hacen y los hombres escojen si les dejan
(LIBERTAD LIBERTAD SALUD DINERO AMOR LIBERTAD).
Termino de leer tu post,y no se si realmente quiero saber ya quien soy, hace años quizás me hubiese metido de lleno a la tarea que eso conlleva y quizás sería ahora otra persona ya sé que hay un dicho que nunca es tarde para dar un cambio a nuestra vida .