¿Cuánto te comparas? ¿Y en el 2.0?

Ya ves que inicio el post con la pregunta ¿cuánto te comparas? porque doy por hecho que en algún grado ya te estás comparando, lo hagas en mayor o menor medida. Me vino la idea de hablar sobre esto a raíz de un post titulado Facebook nos hace sentir más infelices porque todo el mundo luce feliz que leí hace unos días. En ese post se habla sobre un estudio que ha hecho Alex Jordan, un doctorado en el departamento de Psicología de la Universidad de Stanford que dice que tenemos tendencia a compararnos con los demás y que eso en el caso de las redes sociales como Facebook (FB) puede hacer que nos sintamos mal. Por regla general, aunque haya excepciones, las personas suelen compartir en las redes sociales aquello que les hace dar una mejor imagen de sí mismos, sus momentos de diversión, sus éxitos profesionales (hay quién como se decía antiguamente, deben estar montados en el dólar a tenor de sus publicaciones…), los lugares que visitan, lo bien que se sienten cada mañana al despertar (parece que en FB nadie se levanta de mala luna…) etc… Ya digo que estoy generalizando, pero es bastante obvio que se ponen más contenidos de estos positivos que no del tipo: estoy fatal, todo me sale al revés y el trabajo me va como el codo. 😉
El problema de por qué nos comparamos surge de una sutil mezcla entre el sistema que usa nuestro cerebro para almacenar y clasificar la información y la educación recibida. El cerebro aprende en gran medida por imitación, gracias a las neuronas espejo, nos podemos colocar en la perspectiva de otra persona y aprender de su experiencia o situación. Nuestro cerebro es además un gran clasificador y creador de categorías. Le resulta mucho más fácil y le ayuda a economizar energía, clasificar el mundo y a las personas en subtipos y categorías previamente establecidas que tener que realizar todo el proceso de «comprensión»de la realidad a cada nueva situación en que nos encontramos. Por eso se dice aquello de «la primera impresión», ya que solemos clasificar a alguien en los primeros 20 segundos de conocerle.
De otro lado tenemos la influencia de la educación. La mayoría hemos pasado por un sistema educativo en que se nos metía en una clase con otros niños y niñas (de media unos 30) de nuestra misma edad, a hacer las mismas cosas, pasar los mismos filtros y ser clasificados en función de nuestros resultados. Como dice Punset: los niños extraen de las comparaciones sus conceptos de normalidad y de éxito. Y generalmente también, un comportamiento que tiende más a la competencia que a la colaboración. Hecho nada extraño cuando parece que «lo bueno» es escaso y será sólo para los elegidos. Sirva como ejemplo, que las MH (matrículas de honor) en las Universidades tienen un cupo máximo entorno al 3%, ya que repercuten en créditos gratuitos. Ser «excelente» y además reconocido por ello es un bien escaso (resulta caro).
Y ya no voy a entrar porque sería extenderme mucho en lo que hace la publicidad para hacernos sentir «diferentes». Ante este panorama, no es de extrañar que exista una tendencia, más o menos arraigada en nosotros, de compararnos con los demás, aunque esta sea una de las principales causas de sentirnos desdichados. A veces la comparación es más o menos ligera, como un modo de saber si las otras personas «pertenecen» al mismo grupo que nosotros o no (los psicólogos, los universitarios, los europeos, los geeks, los bloggers, etc..). Ya es un paso peligroso, pues si quedas fuera del grupo al que te gustaría pertenecer, puedes sentirte mal. Y existen además numerosas personas que prácticamente siempre se comparan «por arriba» es decir, con aquellas personas que parecen ser o tener lo que ellos no tienen. Esos tienen el malestar asegurado. Es curioso constatar, que personas que mejoran sustancialmente su nivel económico, al poco tiempo empiezan a sentirse insatisfechas pues dejan de tener como referencia el nivel del que provenían y empiezan a poner en ese lugar el inmediatamente superior. Un ejemplo más del arte de amargarnos la vida…..
Pero es que para acabarlo de complicar, la mayoría de esas comparaciones, como bien dice el estudio, se hacen sobre una base parcial y distorsionada. No tenemos conocimiento de toda la realidad de las otras personas, sólo vemos una parte, esa que anhelamos o directamente envidiamos. O esa que el otro nos muestra, viviendo en un mundo como el nuestro en donde la apariencia es tan importante y pocos quieren aparecer como infelices y desgraciados. Es como esa fiesta a la que no fuiste y resultó tan divertida… Y sobre esa parcialidad, sobre esa apariencia, establecemos la comparación. Así nos garantizamos no ser nunca suficientemente amados, ni guapos, ni delgados, ni exitosos, ni felices…..
Por eso, como siempre digo, el único camino para sentirte bien es ser tú mismo. Ya que las únicas respuestas posibles están en tu interior.
¿Te afecta de algún modo el hecho de compararte?
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Mertxe Pasamontes
Comments
.. . totAlmente de acuerdo / un salUdo
Muy buena reflexión Mertxe.
Tienes razón, si todo el mundo se quisiera y aceptara tal como es, no habría necesidad de quereer vivir la vida de los demás.
Las comparaciones son odiosas, y flaco favor se hace uno mismo si se pasa el día comparando su vida con la de los que aparentemente son más felices, más divertidos, más cultos y más guapos.
La competitividad no tiene que ser precisamente ser mejor que los demás, sino ser mejor persona cada día y más realizada y madura.
Un abrazo
Me ha gustado mucho el post; me ha llamado la antención el tema de las personas que tienden a compararse con los que están «por arriba». Efectivamente es una posible fuente de «malestar» pero también me parece un motivo de superación. Conozco personas que siempre tienden a relacionarse con otras que les superan con el objetivo de aprender de ellas. En cambio, otras que tienden a relacionarse con «los de más abajo» y que supongo que consiguen una cierta satisfacción de sentirse superiores pero que por otro lado reducen sus estímulos para mejorar.
Yo tengo tendencia a compararme y relacionarme en cada ámbito con personas que me superan y sufro un poco las consecuencias. He leido http://www.mertxepasamontes.com/sin-miedo-a-la-vida-empowerment.html y me ha cuadrado bastante lo que recomiendas.
Gracias!
Felicidades por el post. Muy interesante, Mertxe.
La idea de la comparación ha de ver con la felicidad, como bien sabes.
Richard Layard comenta en su libro que preguntándole a los alumnos de Harvard sobre dos posibles situaciones:
1. Trabajar en una compañía donde ganaras 75.000, mientras la retribución media es de 50.000
2. Trabajar en una compañía donde ganaras 100.000, mientras la retribución media es de 200.000
Preferían la primera opción, en gran medida. Poder presumir es un modo de sentirse bien. Afortunadamente no es el único.
Tener sexo es lo que nos hace más felices y, en segundo lugar, tener amigos. En tercer lugar, relajarnos y en cuarto, rezar. (Kahneman et al. 2004, reproducido por Richard Layard en La felicidad. Ed. Taurus)
Facebook da tantas alegrías. Por ejemplo, acaba de hacerse amigo mío un primo del que no tenía noticias hace varios años. ¡Puntazo!
Un saludo. Mejor un beso, que es el día del amor. Me gusta tu blog.
Sobre el mensaje de Gustavo y el libro de Richard Layard. Cuando habla de retibuci’on media se refiere a la de los empleados de la empresa o a la de la sociedad en conjunto? Todo el mundo quiere ganar por encima de la media de la sociedad ya que los precios est’an en gran medida modulados por este valor.
Perd’on por la ortograf’ia pero es un teclado extranjero 🙂
Muy buena reflexion Mertxe.
Me ha recordado a un alumno del intensivo de coaching, que después de la primera sesión de clases salía frustrado, porque no era capaz de hacer preguntas tan poderosas como la ponente!!! LLevaba tres horas en el centro!!
Lo que hace la educación.
Un placer leerte.
La gente se compara, sufre, desea, desprecia y etiqueta.
Es muy cierto todo lo escribes hoy en tu blog, todos los seres humanos tendemos a comparaos unos a otros, antes años atrás no había tanta diferencia puesto que ya por norma solo teníamos dos espejos los ricos que todo lo tenían y los pobres que todo nos estaba bien, ahora las clases son diferentes y las mentes también solo nos faltaba la cirugía estética para terminar ya con cualquier valor humano.
Hoy en día si no eres guapo inteligente y divertido no eres nadie ni siquiera para lograr un trabajo aunque seas una lumbrera en tus estudios, es un gran desgracia al punto que se llegado no valorar nada solo la imagen del individuo.