Cuerpo, emoción y política
El sábado 18 de febrero asistí al Taller de Política que organizan Antoni Gutierrez y Jaume Bellmunt, con el título “El cuerpo, los flashmobs, la danza y la gestualidad en la acción y la comunicación política”, en la libreria Alibri. El funcionamiento del Taller es de cuatro presentaciones de 18 minutos cada una que ofrecen diferentes puntos de vista del tema planteado y un debate posterior entre ponentes y asistentes de una hora aproximadamente.
Era un Taller que me llamaba la atención al poder escuchar y debatir sobre aspectos como el cuerpo, la danza y la gestualidad vinculados al discurso político. En ocasiones pensamos que el “cuerpo” y con él la expresión gestual y la emoción, no son parte fundamental del discurso político o del activismo pero a lo largo del taller pudimos comprobar no sólo que forman parte, sino que incluso pueden ser tan determinantes o a veces más, que la palabra. Recorrimos un camino que nos llevó primero de la mano de Catherine Allard a entender cómo la danza ha formado parte también del discurso social y con ello del discurso político. En este fantástico artículo de Antoni Gútierrez-Rubí podéis ver una revisión de danza y política sugerente e interesante.
Seguimos recorriendo ese camino corporal y gestual con Pau Canaleta que habló sobre Rahm Emanuel, alcalde de Chicago y ex jefe de gabinete de Barack Obama y analizó como ha convertido la danza en la enseña de la ciudad de Chicago, un lugar vinculado anteriormente en el imaginario colectivo a los gánsters y a una pésima meteorología. Con Xavier Peytibi pudimos ver como el fenómeno de los flashmobs no es solamente “una gente que se junta para hacer algo espontáneo y divertido” que puede convertirse en viral, sino que también es una estrategia de comunicación, activismo, protesta y transmisión de ideas e ideologías. Terminó el recorridos el mismo Antoni Gutiérrez-Rubí explicando la utilización de la gestualidad del cuerpo y de las manos en la simbología política y poniendo como ejemplo la campaña de Hollande en que la utilización de un movimiento de manos específico, se está convirtiendo en una potente herramienta de comunicación.
Quedaba claro con las presentaciones que el cuerpo y el movimiento, forman parte del discurso al igual que la palabra y el contenido y además que son un vehículo muy potente de transmisión pues nos conectan directamente con la emoción. Cuando alguien habla, una parte del impacto de su mensaje viene del tono de su voz, la entonación, su timbre vocal, es decir, todos esos matices sonoros que acompañan al discurso. Se calcula que hasta el 50% de la transmisión viene de la gestualidad, del cuerpo. Y si finalmente todo eso nos ha llegado, tal vez también nos llegue el mensaje. Podemos tener la sensación subjetiva de que lo que realmente nos ha llegado han sido las “palabras”, pero eso sólo ha sido posible porque antes nos llegó el resto. Puede darse, alguna situación, en que lo que nos están diciendo sea tan transcendente que nos llegue a pesar de que el comunicador sea totalmente inexpresivo. Pero en ese caso, la emoción que no nos ha llegado “desde fuera” se la estamos poniendo nosotros “desde dentro” por la resonancia de esas palabras en nosotros mismos.
E insisto en esto porque nuestra percepción subjetiva es engañosa y nos hace creer que primero decidimos y luego sentimos. Craso error!! La neurociencia se empeña en demostrarnos con pruebas “de laboratorio” que la emoción va primero y la decisión después. Sin emoción no hay decisión. Somos, nos guste o no reconocerlo, seres emocionales y tal vez la sociedad nos empuja a ser racionales o incluso mejor dicho, racionalizadores. Y aquí, viene una de las claves de porqué en los últimos años se ha utilizado tanto el “discurso emocional” en política, pues se sabe que apelar al voto emocional tiene mucha fuerza y puede decantar la balanza del lado del más hábil.
¿Quiere decir eso que la emoción nos expone a la manipulación política? Sí y no. Sí porque somos emocionales y no porque no nos vale cualquier cosa. Si tratan de vendernos una emoción “falsa”, construida, prefabricada, lo detectamos. Si la emoción del otro no se alinea con la nuestra, no nos llega. No nos vale cualquier cosa. Aunque en tiempos de crisis parezca que sí lo hace, pues muchas personas se dejan llevar por los llamados “populismos”. Cosa fácil de entender pues la crisis nos aboca a las emociones más primarias: miedo y búsqueda de seguridad. Y eso es muy fácil de capitalizar para algunos…
Pero las crisis pasan, tarde o temprano y las personas se quedan en un marco mental hasta que la vida les empuja a cambiarlo. Y cuando llegue ese momento de cambio, sólo aquellos políticos preparados para conectar, podrán hacerlo. Y mientras tanto, muchos seguirán moviéndose, reuniéndose, haciendo flashmobs o danzando por un mundo mejor. Quizás, mientras pasa la vida, vale la pena aprender a conectar con uno mismo, recordar que tenemos un cuerpo que siente y se expresa y saber qué transmitimos a los demás. Será algo que nos llevaremos para nosotros mismos y que aportaremos a los demás. Y eso será así, incluso aunque la política no nos interese o no creamos en ella.
¿Crees que el cuerpo es una vía de expresión tan válida como la palabra?¿Y en política?
Mertxe Pasamontes
pd. Aquí tenéis un resumen del Taller.
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