¿Decidir con cautela o quemar las naves?

En el programa Singulars conducido por Jaume Barberà del Canal 33 (Televisió de Catalunya) han entrevistado en varias ocasiones al neurocientífico Alvaro Pascual-Leone, investigador en neurociencias en Harvard. En la última entrevista Pascual-Leone nos habla de la gestión del tiempo y la toma de decisiones. Realmente el programa es muy interesante y vale la pena verlo entero (aunque advierto que el presentador habla en catalán para quien no lo entienda, aunque las respuestas son todas en castellano). No obstante, me gustaría destacar algunos aspectos de la toma de decisiones que creo que pueden ser de gran utilidad para todos.
Lo que nos explica Pascual- Leone es que el cerebro es tremendamente irracional en sus decisiones aunque nos presenta la decisión de un modo que nos parece tremendamente racional. De hecho la mayor parte de las decisiones tenemos que tomarlas por comparación, es decir, necesitamos un par de opciones para ser capaces de darle al cerebro alguna referencia a la hora de decidir. Nuestro cerebro es terriblemente dicotómico, casi siempre está decidiendo entre una cosa u otra: voy o no voy, cojo carne o pescado del menú, me corto el pelo o me lo dejo largo, etc…Y sí, lo hace hasta en las cosas más triviales.
Ya comenté en un post uno de los modos que teníamos de lidiar con las decisiones, haciendo un pequeño ejercicio de «puente al futuro». Aunque sepamos que no somos muy buenos prediciendo el futuro, por lo menos nos da una referencia para ser capaces de decidir algo. A esto añade Pascual-Leone un dato que me parece muy útil tener en cuenta. Sólo cambiamos verdaderamente , sólo conseguimos activar la plasticidad de nuestro cerebro cuando tomamos una decisión que no tiene vuelta atrás. Cuando quemamos las naves. Al hacer eso, todo nuestra energía, todos nuestros pensamiento se dirigen a consolidar el nuevo escenario. Veamos un ejemplo: decidimos dejar un trabajo fijo que nos desagrada profundamente para emprender un proyecto personal. Si nos dejamos la puerta «demasiado abierta» es posible que nuestro cerebro elucubre con la posibilidad de volver a ese lugar (a pesar de que sabemos que nos desagrada) y eso impide que pongamos toda nuestra energía en el proyecto.
Sin embargo, si «cerramos algunas puertas» detrás, toda la energía se pone a disposición de nuestra decisión y nuestro cerebro cambia. Como dice Pascual-Leone, ya no somos los mismos que antes de tomar la decisión.
Ojo, que no estoy abogando por decidir siempre quemando las naves. Estoy diciendo que en determinadas situaciones, si queremos de verdad poner toda la carne en el asador, conociendo el funcionamiento «conservador» de nuestro cerebro, la única forma de hacerlo es quemando las naves. Sólo queda confiar en que seremos capaces de distinguir entre las situaciones en que conviene hacer esto y en las que es mejor dejarnos un retorno digno.
¿Te atreves a quemar las naves? ¿Sabes cuando es conveniente hacerlo y cuando no?
Os dejo el vídeo del programa por si queréis verlo.
Mertxe Pasamontes
Comments
Muy buena reflexión. Visto así que fácil parece 😉
Sinceramente, estoy totalmente de acuerdo en que para tomar cierto tipo de decisiones, no dejarnos una posibilidad de retorno puede ser la única forma de mantener la motivación y la fuerza necesarias frente a las adversidades.
Somos débiles, asumámoslo. Y quemar las naves, puede parecer una decisión difícil, pero seguro que mucho más fácil que mantener tu determinación durante un largo periodo de tiempo.
Todos sabemos de donde viene la expresión «Quemar las naves» y los efectos que tuvo. Así que ahí va mi granito de arena de apoyo a la «locura temporal transitoria» 😉
.-= Ahora mismo, en el blog de Fernando: La técnica Pomodoro =-.
Muy interesante. El cerebro funciona a nivel de comparaciones, por eso cuanta más información le suministres mejor resolverá los problemas. De todas formas, la educación que tenemos en el colegio es totalmente contraria a eso, así que es lógico que ‘quemar las naves’ sea una opción tan difícil de tomar.
Tengo una amiga que dejó la seguridad de Mallorca y se fue a Sto Domingo a trabajar. Allí decidió tener un hijo, y ha descubierto la felicidad. Por desgracia es completamente imposible vivir aquí como se vive allí, pero tuvo que dejarlo todo para ‘descubrirse’ como bien has dicho.
Yo no puedo ‘pegar fuego a la nave’ porque hay personas que dependen de mi, pero bueno, algún ‘boquete’ sí que he intentado alguna vez!!jajaja
Genial, Mertxe.
Precisamente ayer tarde estaba tan atrapada que acabé «quemando una nave» (bueno, una navecilla 🙂 ).
Y hoy, al «recoger las cenizas», he sentido cierta inyección de energía para seguir adelante.
Big hug
Vaya Mertxe, que post más oportuno para una decisión tan parecida a la que comentas y que tengo que tomar en horas. Es impresionante la importancia que le damos o le da nuestro cerebro a las opciones que puede seguir. Ellas son las que me han tambaleado durante una semana, sin saber qué hacer y sin saber donde enfocar toda la energía. Hasta cuando he estado a punto de quemar la nave, me han aparecido nuevas opciones. En fin, queda poco para quemar la nave o coger el camino de retorno.
Gracias Mertxe por esta nueva reflexión!!
Yo sí creo que hay que quemar las naves después de cada decisión. Cuando una cosa termina y quieres empezar otra es importante desintoxicarte y eliminar toda la grasa que llevas acumulada.
Lo que sí me parece dificil es ejecutar la «quema de las naves»… nos cuesta cerrar esa puerta.
.-= Ahora mismo, en el blog de David Soler: Segunda edición del seminario “Social Media en el sector editorial” =-.
Hola a todos
No es que yo abogue por quemar las naves en cada decisión, sólo comento que en algunas puede ser la mejor estrategia. En otras es obvio que no. Y eso, a nivel neurológico, va en contra de la creencia muy extendida de que siempre hay que dejar una puerta abierta. Para nuestro cerebro esa puerta abierta puede ser una escapatoria muy fácil.
Hola a tod@s;
A mi, lo que me sorprende de este post es el mecanismo de funcionamiento del cerebro humano. Es como un músculo que tiene unos mecanismos de funcionamiento perfectamente definidos. Ya se que no estoy descubriendo nada nuevo, pero para mí lo es.
Sabiendo esto, creo que hay que analizarse uno mismo mas y ver porque unas veces actuamos de una manera y otras -en entornos muy parecidos- de una manera totalmente opuesta. ¿será por la irracionalidad o por los componentes emotivos que comentas, mertxe?.
Otro tema es saber perfectamente cuando quemar las naves o no.
.-= Ahora mismo, en el blog de manuel granada: A veces no hace falta ser creativo…………………………. =-.
Mertxe, que buen articulo que has escrito. Parece que me estuviera buscando el articulo a mi en lugar de todo lo contrario. Pero a raíz de esto, me surge la pregunta: ¿Como sabemos cual es el momento o la situación adecuada para quemar las naves? Creo que este seria un buen tema para acompañar este articulo.
Gracias
Hola Joramago
Claro que sería genial tener una manera de saber cuando hay que quemar las naves y cuando hay que ser conservador. Pero no se puede dar una guía única para eso, es todo u trabajo interno (ya veces externo, con ayuda de un profesional) saber cuándo es el momento. Hay que usar la intuición, la razón, la experiencia previa, etc..Y a veces hay simplemente que tener el valor de hacerlo, pues la certeza total no existe. Pero no hay una recta para hacerlo, cada persona y cada situación son únicas.