Las ilusiones perdidas de Balzac
Las Ilusiones perdidas es una novela del siglo XIX de Honoré de Balzac, que fue publicada originalmente en tres partes. Es una novela de carácter costumbrista que retrata la vida de los habitantes de una ciudad de provincias y su contraste con el estilo de vida del París de aquél entonces. Por la novela desfilan diferentes personajes como artesanos, burgueses, artistas, nobles venidos a menos, escritores, periodistas, etc… Los diferentes avatares de Lucien Chardon (o de Rubemprè, como a él le gusta que lo llamen) nos permiten ir conociendo las costumbres más provincianas, las de esa nobleza venida a menos pero que pretendía mantener sus privilegios a toda costa y la vida disipada de artistas y periodistas en París así como la de algunos otros personajes menores. París, bajo mi punto de vista,es casi un personaje más, una hoguera de las vanidades, como el paraíso soñado en donde muchos ponían todas sus expectativas e ilusiones de triunfo.
Pero a pesar de la riqueza de toda esa descripción costumbrista, el aspecto que yo destacaría más es el retrato de los personajes, en especial de los principales, en los que podemos ver desde sus grandezas hasta sus más íntimas miserias. El personaje más bien dibujado es el protagonista Lucien, un joven provinciano, poeta y escritor y que sueña con las mieles del triunfo. Pero su corazón de poeta esconde una ambición sin límites, un egoísmo exacerbado que le hace ser tremendamente autoindulgente y un gusto por la vida fácil, lujosa y disipada que será su perdición. Además, tiene también una inocencia que le hace cometer muchos errores por no ser capaz de darse cuenta de las intrigas y cinismo del mundo que le rodea.
El realismo tan descarnado de Balzac, le hace en ocasiones caer en una visión cínica de la vida, cosa que le aleja del folletín a pesar de los enredos que suceden en la novela y le da una actualidad y vigencia que hace que en determinados momentos tengas la sensación de estar leyendo sobre situaciones del siglo XXI.
Algunos fragmentos de la novela son:
Y es que la avaricia comienza donde la pobreza cesa. […]
Una de las desgracias a las que se ven sometidas las grandes inteligencias es la de comprender por fuerza todas las cosas, tanto los vicios como las virtudes.[…]
La santa criatura ignoraba que donde empieza la ambición, cesan los sentimientos espontáneos y desinteresados.[…]
La amistad perdona el error, el movimiento irreflexivo de la pasión; pero ha de ser implacable ante la premeditación de traficar con el alma, con el talento, con el pensamiento.[…]
Desde hacía dos horas, en presencia de Lucien todo se resolvía con dinero. […]
No se puede arrancar el amor del corazón como quien se arranca una muela. […]
Nada hay menos conocido que lo que todo el mundo tendría que saber: ¡LA LEY! […]
[…] esos hipócritas saben que al condenar al ladrón, los jueces mantienen la barrera entre los pobres y los ricos, que si fuese derribada conduciría al fin del orden social;
Una novela que recomiendo vivamente a todos aquellos que quieran descubrir las motivaciones subterráneas que discurren bajo las apariencias. Un clásico totalmente justificado.
Mertxe Pasamontes