Steve Jobs de Walter Isaacson
Debo decir que no soy una gran lectora de biografías, de hecho si no estoy equivocada esta es la primera que leo de este estilo (El vuelo de la mente sobre Leonardo da Vinci es mucho más especulativa), por lo que mis conocimientos sobre el género son escasos. No obstante, me parece una biografía bastante honesta, poco aduladora y que como punto de gran interés, refleja el contexto sociocultural del surgimiento de Silicon Valley y de las empresas que emergieron en ese período de un modo muy exhaustivo. En algún momento el exceso de detalles le da un ritmo narrativo algo lento, pero hay que reconocer que quedan bien definidos todos los hitos de la vida de Jobs, de las empresas en las que participó y de la larga lista de personas (las más relevantes lógicamente) que trabajaron, negociaron o vivieron con él.
También tengo que advertir que es un post que he dudado si escribir o no, pues la biografía de Jobs no es precisamente un panegírico. Y eso, dada la gran admiración que Jobs despierta, lo hace un tema delicado. Pues no se puede hablar de lo explicado por Isaacson haciendo solo referencia a las alabanzas, que las hay y bien justificadas. Hay que referirse también a las críticas, que me atrevería a decir que son tan numerosas como las loas. Y es que Jobs era una persona con una personalidad compleja, con tantas luces como sombras.
Una de las cosas más sorprendentes de la personalidad de Jobs es lo que el autor y los que le conocieron bien denominaban su campo de realidad distorsionado, que sería una especial habilidad para el pensamiento divergente, que le daba la capacidad para recrear mentalmente un mundo diferente y hacer que los demás creyesen en él. Eso está en la base de sus éxitos y también de sus errores. Como lo está su pasión por el diseño perfecto y minimalista, que nos ha dejado los productos que todos conocemos. Y su deseo de unir la tecnología con las humanidades.
Esa genialidad va unida a una personalidad que cualquier psicólogo calificaría sin demasiado problema de neurótica (aunque todos los seamos en cierta manera), con una necesidad de control férrea de todo lo que le rodeaba, que se manifiesta en sus productos (casi perfectos pero totalmente cerrados), una honestidad con los demás que rozaba en muchas ocasiones la mala educación, un desprecio por los sentimientos de los demás cuando creía que no estaban a la altura de lo que él esperaba, una gran admiración a los que consideraba artistas geniales pero bastante menosprecio por las personas excelentes pero más “corrientes”, una gran necesidad de ser admirado y reconocido, comportamientos compatibles con la ortorexia, etc… Sin entrar en sus comportamientos como padre y amigo.
Esas incongruencias, que aún siendo humanas eran posiblemente más acusadas que en otras personas, me hacen dudar de si en ocasiones es mejor no profundizar en la vida de aquellos que de alguna manera admiras por sus obras. Si es mejor alternativa quedarte con sus creaciones, como en el caso de muchos artistas y creadores, o entender hasta el fondo que incluso el mayor de los genios suele tener los pies de barro.
Os dejo algunos fragmentos del libro (la traducción es mía, lamento si hay algún error):
Entonces leí algo que uno de mis héroes, Edwin Land de Polaroid, dijo sobre la importancia de las personas que podían estar en la intersección de las humanidades y las ciencias, y decidí que eso es lo que yo quería hacer.
“Yo he venido de una época mágica”, reflexionó más tarde. “Nuestra conciencia se elevó por el Zen, y también por el LSD.” Incluso más tarde en la vida él pensaría que las drogas psicodélicas le habían hecho más iluminado . “Tomar LSD fue una experiencia profunda, una de las cosas más importantes en mi vida. El LSD te muestra que hay otra cara de la moneda, y no se puede recordar cuando sucede, sino sucede sin que lo sepas. Se reforzó mi idea de lo que era importante-la creación de grandes cosas en lugar de ganar dinero, poner las cosas en el curso de la historia y de la conciencia humana tanto como pude. ”
“Diseñé el Apple I, porque quería darlo de forma gratuita a otras personas”, dijo Wozniak.
Markkula hizo una predicción salvaje: “Vamos a ser una compañía del Fortune 500 en dos años”, dijo. “Este es el comienzo de una industria. Eso pasa una vez en una década “.
Él era un hippie antimaterialista que capitalizó la invención de un amigo que quería darlo de forma gratuita, y era un devoto del Zen, que hizo una peregrinación a la India y luego decidió que su vocación era crear un negocio.
Recordar que estaré muerto pronto es la herramienta más importante que he encontrado para ayudarme a tomar las grandes decisiones en la vida. Porque casi todo-las expectativas externas, el orgullo, todo temor o vergüenza al fracaso-estas cosas se caen ante el rostro de la muerte, dejando sólo lo que es verdaderamente importante. Recordar que vas a morir es la mejor manera que conozco para evitar la trampa de pensar que tienes algo que perder. Ya estás desnudo. No hay ninguna razón para no seguir tu corazón.
Si os interesan los principios de la era de la computación o la figura de Jobs, es un libro recomendable. Y recordad: stay hungry, stay foolish.
Recomendada: Steve Jobs de Walter Isaacson
Mertxe Pasamontes
Comments
Desde luego Steve Jobs no era un ángel, a su madre se las tuvo que hacer pasar canutas.
Has hecho bien en escribir finalmente el artículo, que me ha gustado mucho. Me voy a tener que comprar la biografía, pues también he leído otras opiniones que me están incitando a ello. Sobre todo por el repaso que se hace de la historia de las tecnologías digitales.
Está claro que Steve va a seguir moviendo fibras mucho tiempo, por su grandeza.
Saludos 😉
Hay muchas formas de hacer las cosas, 99 malas y 1 buena decían las abuelas. Para decidir trascender no es necesario alucinar, ni es únicamente el LSD lo que nos dé conciencia; hay maneras más elevadas de llegar a ser.
La búsqueda de la trascendencia – y el encuentro de la misma – es la forma más sublime del ser sí mismo.
Y para ello no hay que hacer peregrinación alguna, sólo basta saber que somos UNA especie entre miles, que cada uno somos UN individuo entre miles – de millones -, y que nuestra especie es apenas una recién llegada, en estado apenas de gestación ¿qué va a ser en 5 mil millones de años cuando no llevamos aquí ni siquiera uno?
Sólo hace falta saber que habitamos un pequeño rincón en el enorme espacio, y sobre todo, que somos lo más perfecto que existe.
Que un cerebro “dimensione, palpe, vea esos detalles” es lo que abre la puerta a la trascendencia, en últimas, lo que lo diferenciará no sólo dentro de su misma especie sino más importante, de las demás; y eso se reflejará – sin dificultad – en sus actos que son él, y él ellos.