Lo que no te han contado de la zona de confort
Has oído hablar tanto de la zona de confort que posiblemente ya no te resulte un tema interesante. Es posible que hasta te de un poco de sarpullido o salgas huyendo pensando que otro vendehumos te va a decir unas cuantas perogrulladas al respecto. Pero eso es sólo porque la zona de confort está muy mal explicada. Se ha equiparado muchas veces a una especie de vivir en la comodidad y aunque tiene algo de eso, es mucho más que eso. También se ha relacionado con ser atrevido, con hacer cosas arriesgadas. Y sí, también tiene que ver con eso, pero de nuevo es mucho más que eso.
La zona de confort tiene que ver con el ego, en dónde tu ego se siente cómodo. En dónde tu ego puede disparar a placer todos tus automatismos y dejarte a ti prácticamente al margen, como un invitado de piedra. De hecho, peor que un invitado de piedra, porque cuando lo hace ni tan sólo eres consciente de que eso está sucediendo, te parece lo más normal del mundo. O incluso puedes creerte que estás tomando una decisión por ti mismo. Y todavía peor, puedes creer que es algo arriesgado y valiente, toda una demostración de que tú sí que sales de la zona de confort.
¡Qué ilusos somos a veces y qué inocentes!
Podríamos definir la zona de confort como ese lugar en donde podemos disparar todos nuestros patrones automáticos. Para tomar una decisión dentro de la zona de confort no hay que pensar demasiado, solo hay que actuar como siempre lo has hecho. Se podría decir que dentro de la zona de confort lo único que hacemos es reaccionar. No hay proactividad, es como un dejarse llevar por aquello que hemos hecho en el pasado, nos haya dado resultado o no. Es tu ego tomando totalmente el control de tu vida.
Puedes estar pensando ahora, bueno ¿y qué problema hay? Yo soy así y ya me está bien. Es posible, pero ¿hasta cuando te estará bien? Te voy a responder muy fácilmente: hasta que la realidad choque frontalmente con tu ego. Y lo va a hacer seguro y de mil maneras. Porque la realidad no está ahí para satisfacer a tu ego. Y las demás personas tampoco están ahí para satisfacerte. Y si no aprendes a ver eso y a flexibilizar tu ego de manera voluntaria, tendrás que aprenderlo a la fuerza.
Gran parte del trabajo terapéutico que yo hago es conseguir que mis clientes vean su ego y se atrevan a retarlo. Ni que sea un poco. Ni que sea a ratos. Si por ejemplo, eres un gruñón que se queja de todo, salir de la zona de confort es atreverse a ver eso y ser amable. Aunque sea algunas veces. Y ver qué pasa cuando abandonas el confort de tu ego. Si eres un temerario, que siempre está aceptando retos y metiéndose en las situaciones más arriesgadas, salir de la zona de confort pasa por ver qué ocurre cuando te paras y estás contigo mismo. Es descubrir qué hay en tu interior que te empuja a esa perpetua búsqueda de los límites. En realidad, salir de la zona de confort, es salirse de los automatismos del ego.
Además de la terapia, una gran ayuda para ver esto es el Mindfulness. Con la práctica guiada de Mindfulness, conseguimos ver nuestro ego y crear un yo observador que pueda de verdad ver lo que está sucediendo. Somos capaces de observar a nuestro ego en acción. Y de crear una pequeña brecha, ni que sea mínima, que nos permite no reaccionar de manera automática. O introducir una segunda acción, después de la reacción inicial, que corrija ese automatismo, que amplíe el mapa mental. Y nos saque de la zona de confort.
Lo que nos da esta búsqueda es libertad interior. No creo que haya un premio mayor que la libertad interior, la libertad de poder elegir de verdad lo que queremos hacer y de ser lo que somos, no lo que nuestro ego nos ha impuesto. No todo el ego es negativo, no toda nuestra personalidad es falsa. Pero para saber lo que es falso y lo que no, tienes que verlo. Y para verlo tienes que ser consciente de que eso existe, de que es automático y de que hay que hacer un esfuerzo para darse cuenta. Lo que si que te garantizo, es que cada vez que lo ves, es un regalo. Y más si eres capaz de tomar una nueva actitud, una decisión distinta a la automática. Y a cada paso, vas ganando libertad interior. Y vas siendo cada vez más quién siempre quisiste ser.
¿Eres capaz de reconocer tu ego? ¿Y de salir desde ahí de tu zona de confort?
Mertxe Pasamontes
Comments