Pasar un duelo: mi post más íntimo y personal
¿Qúe es el Duelo?
Llamamos duelo al período que transcurre después de una pérdida importante, especialmente si se trata de un ser querido. En ese período nuestro cerebro y nuestro corazón tienen que adaptarse a un profundo cambio, el de la ausencia del ser amado. Y de eso os voy a hablar hoy, como psicóloga pero especialmente como persona, de lo que supone pasar un duelo. Y también de lo que es el acompañamiento de una persona con enfermedad larga y con un desenlace fatal.
Mi experiencia personal
Mi marido falleció el 8 de enero del 2018. Fue después de un cáncer, que debuta en el verano del 2014, tiene un período de aparente remisión hasta el verano del 2016 y entonces empieza a complicarse. Desde septiembre del 2016 se suceden las malas noticias y a pesar de los esfuerzos de todos los especialistas del Vall d’Hebrón, para los que solo puedo tener palabras de agradecimiento, no se puede evitar el trágico final. Un final que no por esperado resulta menos doloroso.
Una vez expuestos los hechos para que tengáis una especie de cronología y contexto de la situación, entro ya en la parte más personal y emocional. Nadie, ni siquiera una psicóloga, está preparado para pasar algo así. Es obvio que yo conté con más herramientas que la mayoría de la gente. Pero cuando la desgracia golpea, nos golpea a todos por igual. Estar al lado de una persona a la que quieres con toda tu alma mientras ves como se va consumiendo, como va perdiendo una batalla tras otra sin dejar de luchar, es realmente doloroso. ES una mezcla de tristeza, admiración, resignación e impotencia difícil de describir. Con días que desearías no haber vivido, con momentos de esperanza y con instantes en que por un rato, disfrutas de algo. Y ese disfrute te produce extrañeza, pero es un mecanismo más de la mente para tratar de que no te rompas del todo.
Y vas viendo que se acerca el final y quisieras poder parar el tiempo, darle la vuelta al reloj y volver al momento previo a que todo empezó a ir mal. Pero la vida no se detiene por nadie y sigue inexorable hasta el último momento. Y entonces te das cuenta de lo que llevabas meses sospechando: que tu vida ha cambiado para siempre. Ante una muerte tan cercana, como es tu pareja, no hay reconstrucción posible. Podrás tener una vida distinta, pero jamás recuperarás la que tuviste. Y ese es uno de los grandes desafíos a los que te enfrentas cuando pasas el duelo, a que jamás podrás volver a hablar con la persona que se ha ido y nunca tendrás la vida que tuviste.
Cómo se vive un duelo
He pasado por todas las fases del duelo, en orden, en desorden, yendo de adelante hacia atrás y viceversa. La incredulidad, el enfado, la tristeza, la aceptación. Un duelo no es un proceso lineal. Hay avances y retrocesos. Y una parte de nuestra mente está anestesiada para poder soportar el dolor de la perdida. Y se va abriendo poco a poco para que lo puedas ir manejando. Yo no he podido hablar de esto en público hasta pasado un año. Necesitaba mantener un espacio, ese espacio público que comparto con vosotros aquí y en RRSS, libre de muerte. Necesitaba un lugar en el que distraerme, sin el riesgo a que alguien me preguntara cómo estaba. Eso lo tenía en mi espacio íntimo. Pero en el espacio público necesitaba un cierto oasis de paz. Esa ha sido mi manera de afrontarlo. Hay otras y todas son válidas. Porque ya os digo que para esto no hay recetas. Cada persona tiene su ritmo, sus mecanismos y sus maneras de afrontarlo.
He contado con la ayuda de familiares y amigos. Fui también unas semanas al psicólogo a ordenar mis ideas y emociones. Me han sorprendido algunas personas por su cercanía y apoyo, del que siempre estaré agradecida. Ellas sabe quienes son. También otras me han sorprendido, no tan gratamente, por su falta de empatía. Incluso algunas por su total ausencia, su desaparición de mi vida. Pero también comprendo que no todo el mundo sabe cómo actuar y hay quien no es capaz de estar cerca de la desgracia ajena. No lo reprocho. He tenido también a mis gatos como inestimable compañía y a los caballos como lugar en dónde por un rato, olvidarme de todo. Les agradezco a ellos, los animales, su presencia incondicional. Y a los profesionales de Equestrian Barranco que me hayan dejado estar allí, sin presiones, a mi ritmo, sin preguntas incómodas. La presencia amable y respetuosa es una de las grandes cosas que puedes encontrar en momentos así. Durante el tiempo que duró la peor parte de la enfermedad, en el 2017, estuve haciendo mi formación como profesora de Kundalini Yoga en Yoganet. Nunca imaginé que esa decisión fuera de tanta ayuda. La práctica diaria de kundalini me dio un lugar de estabilidad que fue muy importante para mi. Y el apoyo y el cariño del grupo de compañeros un espacio en dónde sentirme acompañada en mi experiencia, en cada una de sus fases.
Los que me conocíais desde hace años seguramente habréis notado algunos comportamientos extraños en mi. Seguí haciendo terapias y coaching, porque me sentía capaz de ello, pero a un ritmo mucho menor. No podía sostener el dolor ajeno por mucho tiempo cuando el mío era tan grande. Así que rebajé el número de sesiones al número que podía hacer con calidad. He estado muy desconcentrada (todavía me estoy recuperando de eso), con la energía muy baja, con momentos en que lo cotidiano era un esfuerzo enorme y en el que sólo podía hacer lo justo y luego sentarme con mis gatos a dejar evadirse la mente con alguna serie. Benditas series! Algo tan banal y que ha resultado tan terapéutico.
Salir del duelo
Ahora pasado un año, empiezo a ver la vida de otra manera. Me doy cuenta también de cómo realmente he estado, pues mientras lo estás pasando no eres muchas veces consciente de ello. Empiezo a vislumbrar otra vida, distinta a la anterior, pero que también puede tener sus alegrías. No soy una persona con una tendencia depresiva, soy más bien resiliente y eso ha jugado en mi favor todo este tiempo. La vida se abre paso y en mi ese impulso es muy fuerte. Y ahora quiero salir a vivir la vida de nuevo. De hecho ya lo estoy haciendo. Y espero que vaya a más. He conseguido integrar a Nick, mi marido dentro de mi. Ya forma parte de mi y lo hará siempre. Y aunque a ratos duela su ausencia, lo hace de otro modo.
En lo profesional quiero retomar con fuerza mis proyectos, que he dejado algo abandonados durante este tiempo. Ya he creado un Servicio Premium para ayudar a quien sea que lo necesite de una manera intensiva. Y voy a empezar también unos Grupos de apoyo online para tratar distintos temas. Pensaba empezar con la ansiedad y el estrés. Pero espero vuestro comentarios para elegir los temas, los que realmente necesitéis. Y como no, mis cursos online siguen activos y confío en que vuelvan a tener más movimiento. Los que los han hecho están muy satisfechos y me gustaría llegar a más gente. Y sigo, como siempre lo he hecho pero con más fuerza y la sabiduría que te da el dolor y la vida, con las sesiones de terapia y coaching, online y presenciales.
Se puede superar un duelo. Es duro pero puede hacerse. Diría más, creo que debe hacerse para honrar al que se fue. Tenemos el regalo de la vida y no está bien que lo despreciemos o desperdiciemos. Y es algo que yo le prometí a él, seguir adelante. Es cierto que algo así te cambia para siempre, pero eso no es necesariamente malo. Como dice Rumi: Nuestro corazón puede fortalecerse en el lugar de la rotura. Y dice también: La herida es el lugar por donde entra la luz.
Así que espero que este año sea de mucha luz y amor para todos. Y de muchos e interesantes proyectos, personales y profesionales. Y que pongáis mucha vida a la vida, pues siempre es más tarde de lo que creemos. Gracias por leerme y por seguir ahí.
Mertxe Pasamontes
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Gràcies