¿Controlas tu ego?

Cuando realicé hace unos días la charla en Iniciador Barcelona sobre «Conecta con tu visión interior. Qué te motiva a emprender» uno de mis objetivos era mostrar una tabla de doble entrada en que de un lado había la visión y misión desde el ego y del otro la visión y misión desde el «alma» o la «esencia». Comenté que ambas eran necesarias, pero que la predominancia del ego sobre el «alma» podía dar lugar a negocios «vacíos», que acabaran siendo más de lo mismo, que no crearan verdadera «tribu» a su alrededor.
Por ello me encanta leer hoy la entrevista que le hacen a Jeff Hoffman, emprendedor en serie, en que va desgranado todas aquellas actitudes que debe tener un emprendedor, de qué pasta tiene que estar hecho. Enumera toda una serie de virtudes a «buscar» y defectos a «evitar». Entre las virtudes se encuentra una que en los países latinos debemos mirarnos con detenimiento: el miedo a hacer el ridículo. La vergüenza propia y ajena es una característica de nuestra cultura y puede llevarnos a dejar de hacer cosas por miedo a hacer el ridículo. Lo mismo sucede con el miedo al fracaso. Los anglosajones consideran un honor fracasar ya que eso quiere decir que te has atrevido y lo has intentado. Nosotros solemos considerarlo un error a esconder. En ambas características, como ya he comentado en otras ocasiones, el enemigo es interior, somos nosotros mismos.
Pero hay algo que todavía me gusta más de lo que Jeff Hoffman nos dice y que enlaza con lo dicho en el primer párrafo: el problema del ego. Cito sus propias palabras:
«El ego es el primer enemigo del emprendedor», dice Jeff. Y no es que a él le falte, pero sabe desactivarlo con humor (no deja de reírse de sí mismo): «El miedo de tu ego al ridículo te paraliza; te impide desafiar tus límites. Si logras vencerlo, ganas, pero entonces te convencerá de que eres un tío listo y te planteará dos nuevos problemas: primero, aceptar que no eres ni la mitad de listo de lo que te crees y que necesitas un equipo; y, segundo, que ese equipo – es clave-debe ser más listo que tú. Pero tu ego, en el fondo, es tan vanidoso como inseguro y tendrá miedo a fichar a los mejores, no sea que te hagan sombra. Por eso, emprender es saber poner tu empresa por delante de tu propio ego».
El ego es un concepto que en occidente tenemos algo confundido y en general, bastante dejado «de lado». La filosofía oriental lo tiene más claro, sabe que el ego es esa parte no esencial de ti mismo, todo eso a lo que te aferras, todo lo que crees que eres pero que no forma parte de tu ser más profundo, de tu alma. Es lo que te pierde, como por ejemplo el orgullo. Como me decía un amigo en el duelo del orgullo siempre gana el que no lo tiene. Pero no es fácil desprenderse del ego y es posible, que tampoco sea necesario hacerlo del todo ni todo el tiempo. Sólo hay que ser capaz de conocerlo y «aparcarlo», dejarlo a un lado en los momentos clave en que tenerlo resulta un estorbo. Para eso tienes que conocerte bien, atreverte a ir hacia tu interior y descubrir tus deseos más profundos, tus motivaciones ocultas. También has de atreverte a conectar con tus temores. Sólo así tendrás el bagaje interno necesario para saber cuándo estás posicionado en el ego (y si ese es el momento adecuado) y cuando estás en contacto con tu verdadero yo. Y para saber si tiene corazón tu camino, tu proyecto.
No es una tarea fácil, pero hay muchas técnicas que pueden ayudarte a conectar con esa «flor interior». Y el resultado, sea tu proyecto un éxito o un fracaso, te ayudará a conocerte mejor a ti mismo y a evolucionar. Pues el viaje muchas veces está en el camino, en el tiempo de vivir.
¿Crees que conoces tu verdadera esencia? ¿En que ocasiones interfiere tu ego?
Mertxe Pasamontes
Comments
En este post has dado en el clavo, el ego y el orgullo que le acompaña, puede hacernos mucho daño. Es una forma de cortarnos caminos, nos hace sufrir y cuesta mucho neutralizarlo.
.-= Ahora mismo, en el blog de ane: Picnic bajo los Cerezos =-.
Hay una frase maravillosa atribuida a Steve Jobs que dice: “No contratamos gente inteligente para decirle lo que tienen que hacer sino para que nos lo digan.”
Creo que muchas personas que tienen la responsabilidad de dirigir un equipo suelen olvidar por qué las contrataron. Recuerdo una empresa en la que estuve hace algún tiempo trabajando como diseñador. Nuestro jefe se ponía detrás nuestro viendo la web, publicación o lo que fuera que estábamos creando y nos iba diciendo que moviéramos «esa caja, 1 pixel más a la derecha», «ese texto, un pelín más arriba»…
Está claro que el ego de sentirse imprescindible estaba detrás de esta actitud que he visto repetida en más ocasiones. Un jefe debería preguntar a su equipo:
-«¿Tú qué sabes hacer?» -«Diseñar» -«Pues, diseña»
-«¿Tú qué sabes hacer?» -«Programar» -«Pues, programa»
-«¿Tú qué sabes hacer?» -«Archivar» -«Pues, archiva»
Marcar las directrices y confiar en su equipo. Tener un equipo comprometido con tu proyecto empresarial debería ser el mayor aliciente para el ego del dirigente.
PD: Perdón por ser tan breve, pero creo que el comentario lo merece (¡coño!; ¡ya salió mi ego! -je, je-)
.-= Ahora mismo, en el blog de iparrado: El conocimiento son emociones =-.
Me parece estupenda la longitud de tu comentario. Y sí, estar mirando por encima del hombro tiene que ver con el ego «inseguro» del que mira y controla 😉
Interesantísimo artículo.
Cómo se supone que consigue produndidad el ego, y cómo se supone que se le pueden ir eliminando capas, hasta dar más o menos con tu «ser»?
Saludos.
Es cierto: a veces nos creemos que al hacer el ridiculo, pasar una vergüenza, meter la pata y demás, somos únicos y dejamos de hacer las cosas por que creemos que somos tan idiotas que solo nos pasa a nosotros eso… cuando que luego vemos que eso realmente le pasa a todo el mundo, y que todos hemos tenido que pasar por la fase de ponernos la cara colorada… peor cuando nos pasa a nosotros, tenemos esa sensación de «unicos en el mundo y nos recordarán para siempre por lo que hemos hecho», da igual edad, da igual condición social, todos… tenemos miedo al ridiculo…. y después, cuando por fin nos atrevemos, nos damos cuenta que realemnte no era tanto por lo que hemos pasado. peor curiosamente después de la experiencia, de que a todos nos pasa,y después de comprobar no era tanto, la próxima vez, volveremos a acojonarnos, con la verguenza el miedo al ridiculo, creyendonos de nuevo que somos únicos en la sitaación… si es que nunca aprendemos.