¿Quieres de verdad poder ser libre?

Una de las demandas más realizadas por la mayoría de la gente es su deseo y/o necesidad de sentirse libres. Es además una reivindicación social muy lícita, tener un suficiente grado de libertad de movimientos y sobre todo de pensamiento y expresión. Una demanda que se repite tanto en países democráticos como el nuestro como en otros que por desgracia no gozan de ese derecho.
Pero quizás de la libertad que más presumimos o la que más añoramos, es la libertad interior. Me gustaría que leyerais este cuento tradicional de la India:
Ésta es la historia de un loro que desde hacía un buen número de años vivía enjaulado. Su propietario era un anciano al que el animal hacía compañía. Cierto día, el anciano invitó a un amigo a su casa a deleitar un sabroso té de Cachemira. Los dos hombres pasaron al salón donde, cerca de la ventana y en su jaula, estaba el loro. Se encontraban los dos hombres tomando el té, cuando el loro comenzó a gritar insistente y vehementemente:
–¡Libertad, libertad, libertad!
No cesaba de pedir libertad. Durante todo el tiempo en que estuvo el invitado en la casa, el animal no dejó de reclamar libertad. Hasta tal punto era desgarradora su solicitud, que el invitado se sintió muy apenado y ni siquiera pudo terminar de saborear su taza. Estaba saliendo por la puerta y el loro seguía gritando: “!Libertad, libertad!”.
Pasaron dos días. El invitado no podía dejar de pensar con compasión en el loro. Tanto le atribulaba el estado del animalillo que decidió que era necesario ponerlo en libertad. Tramó un plan. Sabía cuándo dejaba el anciano su casa para ir a efectuar la compra. Iba a aprovechar esa ausencia y a liberar al pobre loro. Un día después, el invitado se apostó cerca de la casa del anciano y, en cuanto lo vio salir, corrió hacia su casa, abrió la puerta con una ganzúa y entró en el salón, donde el loro continuaba gritando: “!Libertad, libertad!” Al invitado se le partía el corazón.
¿Quién no hubiera sentido piedad por el animalito? Presto, se acercó a la jaula y abrió la puertecilla de la misma. Entonces el loro, aterrado, se lanzó al lado opuesto de la jaula y se aferró con su pico y uñas a los barrotes de la jaula, negándose a abandonarla. El loro seguía gritando: “!Libertad, libertad!”
Así como el loro, muchos son los que gritan y claman por su libertad interior, pero pocos son los que de verdad quieren alcanzarla. La libertad interior no es algo que alcancemos con sólo desearlo, sino que es un estado que requiere de un trabajo interior, que a su vez repercute en el exterior. No podemos evitar que esos cambios que experimentamos dentro de nosotros mismos tengan repercusiones en nuestra vida. De hecho, muchos se tienen por libres sin serlo, sin ser conscientes de las muchas ataduras que en realidad tienen. No es fácil verlo….
La mayoría de nuestras decisiones, como ya hemos comentado, son emocionales y diría más, una gran parte de lo que nos empuja a decidir es inconsciente, ni siquiera nos damos cuenta de que esos factores condicionantes están presentes. Aprender a verse a uno mismo, a conocerse de verdad, requiere del valor de dejar de lado el Yo ideal ( nuestro propio personaje, ese que no sabemos que somos) e ir a buscar nuestros deseos más profundos. Supone abandonar la seguridad de lo conocido para adentrarse de verdad en lo desconocido, sin saber qué vamos a descubrir. Eso es salir de verdad de la zona de confort, esa que nuestro Yo ideal nos procura. Porque la zona de confort es en gran medida el lugar dónde nos situamos cuando tratamos de cumplir con lo que nos dice nuestro Yo ideal. Por eso, no hay consejos generales válidos para salirse de ella, lo que para una persona es confort (Yo ideal) para otra puede ser su reto más grande…
Por eso son tan pocos los que se aventuran en ese camino de búsqueda interior. La mayoría sólo quieren un poco de «chapa y pintura» pero que no le toques nada a un nivel más profundo. Tienen miedo de descubrir que no son quién se creían que eran, que su vida no la han escogido ellos. Lo que muchos no saben, es que vivir en la ignorancia de uno mismo también tiene su precio. Y quizás mucho mayor del que pueda aparentar. Porque como dijo Arturo Graf: Si no tienes la libertad interior, ¿qué otra libertad esperas poder tener?. Y me olvidaba, lamento decirte que esa búsqueda no la puedes hacer solo, necesitarás ayuda externa. Te lo digo por experiencia.
Te dejo con dos preguntas: ¿Quieres de verdad poder ser libre? ¿Qué estás dispuesto a hacer para conseguirlo?
Si quieres puedes escuchar el post en formato podcast:
Comments
Hola Mertxe te vengo leyendo ya hace bastante y siempre me quedo con ganas de preguntarte, has puesto o piensas poner todos estos articulos maravillosos en un libro?
Seria tan agradable tener estas ideas a mano…..
Con todo mi carino y afecto por ti y tus pensamientos y tu gran deseo de ayudar
Asun Gregory
Hola Asun. Alguna vez lo he pensado y creo que tiens razón, no sería mala idea. Me lo plantearé hacerlo con calma ahora que hay plataformas como Amazon para publicar. Gracias por la idea!
El hombre sueña con escapar, pero no debe correr para ser libre. Si uno huye de sí mismo, su prisión irá con él.
THIBON, Gustave
Así pues conócete a tí mismo de verdad y serás libre.
Creo que ya lo había citado en algún otro comentario,
pero aquí tenéis un enlace acerca de lo que pienso sobre la libertad
http://infinautica.wordpress.com/2011/06/22/la-libertad/
Oh por dios, que delicia leer esta página!. Bendecidas son tus palabras Mertxe, soy de Argentina, y te soy más que sincera, en una búsqueda de palabras indoloras pero con un toque lírico de sensibilidad, encontré tu página. Gracias, mil gracias, por compartir tu amplia sabiduría con estos humildes lectores, que se alegran de saber que alguien escribe para ser leído!