Felicidad fugaz

Es difícil negar que muchos de nosotros tenemos entre nuestros objetivos el ser felices. El problema es que ser feliz es un estadio difícil de alcanzar y tremendamente fácil de perder. En ocasiones parece una carrera en que cuando llegamos al objetivo que tenía que hacernos felices, la felicidad se ha movido unos pasos y anda ya lejos de nosotros de nuevo. Ya he hablado de esa búsqueda en otras ocasiones. Por citar un ejemplo, un conocido emprendedor del sector tecnológico de Barcelona, comentó en una Charla que hizo en julio del 2010 que uno de sus mayores deseos era tener un piso desde el que se viera el mar. Cuando lo consiguió se levantó el primer día y desayunó mirando el mar, lleno de gozo. Después de una semana, ya se había «acostumbrado» y no sentí ese gozo por las mañanas.
Esto no es de extrañar, ya que como hemos dicho otras veces, nuestro cerebro no está programado para buscar la felicidad, sino el bienestar. Por eso, como dice Eduard Punset, la felicidad se encuentra muchas veces en la sala de espera de la felicidad. Cuando alcanzamos ese objetivo por el que tanto habíamos luchado, solemos experimentar un estallido de júbilo, incluso de gozo, para sentir luego una especie de vértigo, de vacío. Una vez conseguido, parece que pierde parte de la gracia que tenía y que nuestro cerebro ya está maquinando algún nuevo proyecto.
De alguna manera, es esa excitación de la búsqueda la que nos mantiene motivados e ilusionados. Por ello, como tantas veces hemos repetido, es tan importante disfrutar del camino, de lo que sucede en el aquí y ahora. Incluso la felicidad como mero hecho de existir, de estar vivo, de disfrutar un día más de nuestra estancia en este mundo. Tal vez no haya otro del que disfrutar….. Me viene también a la cabeza una anécdota que Maruja Torres explica en su Blog, en que estando en el Líbano, fue a un chiringuito en dónde solía disfrutar de maravillosas puestas de sol. El dueño quiso enseñarle las fotografías que su hijo tomaba cada día de la puesta de sol, creo que más de 300. Mientras se proyectaban las fotografías, la verdadera puesta de sol estaba fuera y se la estaban perdiendo. Cuantas veces no nos sucede estar perdiéndonos el momento presente por otro que ya pasó….
El problema radica que todo esto que aparentemente es tan fácil, conseguimos complicarlo. Como decía un agudo libro, El arte de amargarse la vida, de Paul Watzlawik, citando a Dostoievsky:
«¿Qué puede esperarse de un hombre? Cólmelo usted de todos los bienes de la tierra, sumérjalo en la felicidad hasta el cuello, hasta encima de su cabeza, de forma que a la superficie de su dicha, como en el nivel del agua, suban las burbujas, déle unos ingresos que no tenga más que dormir, ingerir pasteles y mirar por la permanencia de la especie humana; a pesar de todo, este mismo hombre de puro desagradecido, por simple descaro, le jugará a usted en el acto una mala pasada. A lo mejor comprometerá los mismos pasteles y llegará a desear que le sobrevenga el mal más disparatado, la estupidez más antieconómica, sólo para poner a esta situación totalmente razonable su propio elemento fantástico de mal agüero. Justamente, sus ideas fantásticas, su estupidez trivial, es lo que querrá conservar…»
Obviamente, Dostoievsky está llevando la situación al extremo, pero eso no quita el hecho de que muchas veces el «infierno» está en nuestro interior, en nuestro diálogo interno negativo que nos impide disfrutar de lo que tenemos y sólo nos deja espacio para añorar lo que no tenemos o para temer la posibilidad de perderlo.
Pero conseguir ese estado de «felicidad» o «placidez» o como mínimo de bienestar, no es algo que para la mayoría de las personas venga solo. La mayoría tenemos que trabajarlo, luchar contra esos demonios internos y esforzarnos en tener la actitud que nos permite disfrutar de la vida tal como va viniendo.Y cómo nos dice la filósofa en una entrevista, Monique Canto-Sperber, la felicidad viene de como decía Sócrates tener una vida con skepsis – reflexión e indagación profunda-que merece la pena ser vivida. Sócrates no buscaba la felicidad, como la concibe un manual de autoayuda, sino la verdad.
También hay mucha frívola autoayuda.
Es cierto que se aprovecha la moda para vender recetas filosóficas de felicidad…
Desde hacer maratones hasta la meditación trascendental en todas sus variantes.
Suelen ser complacientes con su lector, quien a su vez es autoindulgente. Ya hace 2.500 años que Sócrates advirtió: si quieres ser popular, sé fácil y dile a la gente lo que quiere oír. Y la gente quiere oír que existe una receta sencilla para lograr la felicidad.
Por tanto, recetas y consejos para ser felices hay muchos, pero sólo el trabajo personal, tu propio ensayo y error y tu propio esfuerzo te puede llevar a ser una persona feliz a la que los momentos de felicidad no se le escapen como el agua entre las manos.
¿Crees que la felicidad viene dada o que hay que hacer algo para conseguirla?
Mertxe Pasamontes
Comments
Meche, te diriamos en Mexico, gracias por tus articulos tan interesantes y desinteresados, tocando el tema de la felicidad y la pregunta que haces, yo creo que la felicidad viene como consecuencia de servir a otros desinteresadamente como lo haces tu en este esfuerzo. Creo que el hacerlo te hace feliz ¿Me equivoco?
Gracias Javier por tu comentario. A mi me encanta escribir y que lo que escribo llegue y sea de utilidad a otras personas. Como me entusiasma mi profesión y me hace feliz ver que otras personas al cabo de un tiempo están mucho mejor que cuando empezaron las sesiones.
Hola Merxe;
A veces incluso pienso que la felicidad nos viene dada y que somo s nosotros mismos los que nos encargamos de menguarla.
¿autodiálogo negativo? ¿cultura judeocristiana recibida en donde si encontramos algo que nos satisface es que es malo o pecado?……podría ser.
Pero a veces, pienso que somo nosostros mismos nuestros pripios enemigos y que nos hacemos malas pasadas……alejando la felicidad de nuestro camino.
¿será porque no se puede medir? ¿será porqué no se puede estocar?
un saludo.
Gracias por tus reflexiones Mertxe,
he disfrutado leyendo tu post. Creo como Manuel que la felicidad nos viene de serie pero por circunstancias de la vida o por cómo nos han explicado qué es la felicidad creemos que es algo standard, un estado que merecemos hagamos lo que hagamos, o una fórmula mágica que podemos comprar.
En mi caso siento que la felicidad está dentro de mi pero sólo puedo sentirla o experimentarla cuando mis acciones tienen un sentido o cuando me paro para ver, escuchar o agradecer tantas maravillas que me rodean. Menos mal que no me siento feliz el 100% de las 24 horas del día, porque sino no podría reconocer estos momentos de bienestar.
En conclusión mi respuesa a tu pregunta es que la felicidad en parte nos viene dada y en parte hemos de hacer algo para conseguirla.
Seguiré leyendo tu blog. Gracias de nuevo por hacerme sentir feliz.
José Miguel Pueyo, psicoanalista
No lo tengo por cierto, o al menos no me resulta fácil apoyar la idea de Monique Canto-Sperber, según la cual “la prolongación de la fertilidad cambiará nuestro mundo”, (entrevista de Lluís Amiguet en La Contra de la «Vanguardia», 13/10/2010). Todo indica, más bien, que a la directora de l´Ecole Normale Supérieure de París le ha pasado por alto algo más actual y sin duda preocupante, aunque ignoro, en cuanto a esto último, si para todos por igual, como es el auge del discurso Uno, o lo que viene a ser lo mismo, las inhumanas y aun antidemocráticas disciplinas que merecen esos calificativos en razón, en primer lugar, de su reduccionista mirada del ser hablante, del sujeto humano tal cual lo conocemos. No es dable decir otra cosa de los discursos y/o procedimientos técnicos que configuran una parte no menor de lo que se conoce como ‘cultura’, bien sean los estrictamente religiosos o las neurociencias que reducen lo humano a los genes y/o neurotransmisores, pasando por las psicoterapias llamadas naturales y las cognitivo conductuales (TCC). Estos discursos ocuparían, creo no equivocarme, un lugar privilegiado en la causa de un cambio sin duda a peor en el mundo, como el que advendría de triunfar el sueño cartesiano: sujeto = Yo-conciencia. ¿Y la filosofía, qué dice la filosofía, qué lugar ocupa en ese affaire la dimensión moral de este varias veces milenario saber?
La cuestión, no la única y tampoco trivial, que introduce la directora de investigación del CNR y Oficial de la Legión de Honor, no es nueva y tampoco original. Tanto es así por ver en la filosofía –en el amor al saber, sin duda, que no a la verdad, cabría subrayar– la solución a no pocos problemas de los hombres. En otros términos, Canto-Sperber ve en lo no es sino uno más entre los lenitivos que hacen soportable la vida, casi la panacea a la humana existencia, la solución magistral al malestar del hombre en la cultura. “La filosofía –afirma la autora del Ensayo sobre la vida humana. Editorial Proteus. Barcelona, 2010, y filósofa ella misma, al menos de carrera– está de moda… Hay muchos ciudadanos que quieren aprender filosofía… les ayuda a formarse una opinión sobre el sentido de la existencia, la pareja, la muerte… es la necesidad de tener una opinión seria, sólida… y gracias a la filosofía conectan con algo más profundo en su interior.”
Estudiar filosofía no sólo es una cuestión de moda, nos dice, sino una necesidad. Todo el problema, o al menos el primero, es que esa necesidad tiene un nombre: vacío, absurdo, angustia existencial, y lo que es quizá más importante, que esa idea es igualmente conocida y cara a los filósofos existencialistas como, por ejemplo, Albert Camus. ¿Qué podemos hacer ante la angustia existencial, también ante las penurias, las desgracias, la enfermedad, sabiendo que la postre nos espera la muerte, o sea, la nada. Temerario y aun se tendría por loco al que propusiera el suicidio como solución; y la historia, como se conoce, loa a los que han ideado discursos y procedimientos para hacer soportable la vida. Nuestra autora tiene otra receta y según ella mejor. Es partidaria de la filosofía en contra del sentido del más allá, también del goce absoluto y eterno que proclama desde antiguo la religión, sobremanera la judeocristiana, y tampoco ve con buenos ojos los libros de autoayuda, “En vez de autoayuda lean autoexigencia, o sea, filosofía”, aconseja.
Las virtudes de la filosofía respecto de otros discursos con análogos objetivos queda clara, al menos para la directora de l´Ecole Normale Supérieure de París, cuando se relaciona el absurdo (idea existencialista) con una máxima ética de Sócrates, “Una vida que no se examina no vale la pena vivirla”. Poca cosa, en verdad. Tanto es así que el recurso consiste básicamente en introducir un nuevo sentido y una reflexión. En resumen, se nos propone un nuevo sentido. Esto es, que el sujeto conmovido por la angustia existencial asuma el sentido-síntoma de la filosofía moral en aras a su felicidad. “Yo creo –afirma– que Sócrates nos anima a encontrar sentido a nuestras vidas con ayuda de la razón y el examen crítico de cuanto hacemos. Estoy convencida de que la racionalidad puede ayudarnos a superar el vacío”.
El psicoanálisis discrepa de estas ideas, también de ese convencimiento, que en este asunto, obviamente, no supera el grado de la opinión, de la doxa. Así es, en primer lugar, porque la clínica enseña que la razón, el conocimiento intelectual son insuficientes, que habitualmente no producen un cambio a mejor en las personas, ya sea en lo intelectual, en lo moral o en la salud psíquica. De ahí la existencia del psicoanálisis y, en primer lugar, el psicoanálisis del futuro psicoanalista, única garantía contra la en ocasiones pesada losa de las identificaciones edípicas y su injerencia en el tratamiento.
Nihil novum sub sole. El ejercicio intelectual y la recomendación práctica de Canto-Sperber no son, en efecto, sin precedentes. En ese beatífico intento pedagógico a favor del desorientado hombre postmoderno, se reconoce, salvando las diferencias, el ideal, nada más pero también nada menos, de san Ignacio de Loyola y sus ejercicios espirituales, y más cercano en el tiempo el del filósofo norteamericano Lou Marinoff, conocido por su campaña en favor del mayor misógino de la antigüedad y defensor de hacer de dos Uno, o sea, del intento de resolver la angustia de incompletud –tal vez la suya en primer lugar– con el amor a un objeto –y qué mejor objeto, afirmaba el alumno distinguido de Sócrates, que la filosofía–, como queda recogido en su libro Más Platón y menos Prozac.
Por otra parte, ¿es racional la filosofía moral, cuál es su origen? Habría que investigar hasta qué punto algunas de sus recomendaciones son la expresión de la neurosis de sus agentes. De ser así se estaría instigando a asumir lo que al neurótico le ha parecido adecuado (Bien supremo) para calmar la angustia, en cualquiera de sus formas de presentación, de su neurosis.
Quizá hubiese sido suficiente con leer a Freud en El malestar en la cultura, (1929) 1930, para evitar ultrajes a la clínica, a la epistemología y aun a la ética, para no desempolvar la vieja e inoperante idea de la reeducación emocional. Es igualmente cierto, también, que no es fácil advertir que el amor al saber, también al de la filosofía, puede derivar en identificación, en esta ocasión a un saber ajeno a la verdad, a la verdad particular de cada persona, a la verdad desde la que podría erigirse un síntoma no hipotecado por el Destino, tanto más si es funesto.
Hoy has escogido un tema tan real que al leerte parece uno estar viviéndolo que es la felicidad ese momento efímero que alguna vez alcanzamos, creo que hay un poco mas, para mi hay muchos momentos durante el día que estoy feliz, igual estoy sentada en el metro y mirando las caras de personas pienso soy mas feliz que ellas creo que privilegio ser mas alegre o feliz unos que otros,
Hola a todos,
leyéndoos observo cuan personales e intransferibles son nuestras respuestas. Entonces, ¿dónde se encuentra la verdad?
Yo personalmente preferiría hablar de «gozo». Ese estado que se alcanza sin que nada lo justifique, una actitud, una decisión personal que cada día tomo.
Si pensariamos mas profundamente, todo lo que quieremos conseguir, su final, es felicidad. Queremos ser ricos, por que no queremos tener problemas y entonces ser felices. Muy buen articulo, de los pocos verdaderamente muy buenos.
Exacto…como dice «como ser feliz» la felicidad es nuestro objetivo detras de todos los demas objetivos que tenemos en la vida. Ahora solo toca definir la «felicidad» ;o) un abrazo a todos. Andra
Hola,
Yo creo que la felicidad es un sentimiento, que no se puede generalizar pq es diferente para cada persona. pienso que hay que estar predispuesto que hay que tener una actitud positiva, optimista y que hay que ser protagonista de tú propia vida.
Tambien creo que aveces confundimos satisfacción con felicidad.
¿que pensais vosotros?