Trabajar la aceptación
Trabajar la aceptación es uno de los principales trabajos que realizo en la terapia. Aunque de entrada no tiene muy buena prensa ya que a veces se relaciona con el conformismo. Pero la aceptación no consiste en aceptar lo inaceptable. Se trata de conseguir ver el mundo con mayor claridad para poder emprender acciones más sabias y razonadas que te permitan cambiar aquello que necesitas cambiar. Y de otro lado, de estar dispuesto a transitar por lo que no puedes cambiar.
Es posible que te estés preguntando, pero ¿por qué tendría yo que trabajar la aceptación? Hay cosas que no me gustan y no quiero aceptarlas. Y te doy la razón en parte, hay cosas que no tienes porqué aceptar y ahí toca luchar. Pero no siempre te va a ser posible cambiarlo todo, como muy bien saben mis clientes de terapia y coaching. Hay que saber que habrá momentos en que las cosas van a ir irremediablemente mal y eso te dolerá de algún modo. Y si no quieres complicar más las cosas, tendrás que estar ahí, con el dolor. Como dijo Buda: El dolor es inevitable, pero el sufrimiento es opcional. Y esa es la clave: todo el esfuerzo que haces para evitar sentir el dolor solo sirve para empeorar la situación y te lleva a un mayor sufrimiento. Cuenta Alejandro Jodorowsky que un cojo se quejaba por tener una pierna más corta que la otra. Le dijo el sabio: Deja de odiar tu pierna corta. Identifícate con ella. Entonces, cansado de quejarte, sentirás con alegría que tu pierna larga es un regalo.
La aceptación, como le explico a mis clientes, habla más de una actitud interna que externa. No es pasividad ni resignación ante la vida. Es estar dispuesto a estar con nuestras sensaciones internas, aunque estas sean dolorosas. Es dejar de evitar los sentimientos dolorosos o desagradables y vivir de una manera más completa, más integral. No estoy hablando de recrearse, ni de refocilarse en los sentimientos dolorosos como cerdos revolcándose en el barro. Es algo más sutil, es estar presente con conciencia también en lo negativo que podamos sentir en nuestro interior.
Lee el siguiente cuento:
Un individuo iba paseando por el campo y se encontró un pastor.
Por empezar una conversación con él, lo saludó y le preguntó:
– ¿Qué tiempo creéis que tendremos hoy, buen hombre?Y el pastor le contestó:
– El tiempo que yo quiero.El otro, lógicamente, se quedó extrañado de la respuesta y le dijo:
– ¿Y como estás tan seguro que hará el tiempo que tu quieres?Y aquí el pastor le explicó su teoría:
– Mirad.
– Cuando me di cuenta que no siempre puedo tener lo que quiero …. aprendí una cosa que siempre me ha sido muy útil.
¡Querer siempre lo que tengo!Por esto estoy tan seguro que hará el tiempo que yo quiera.
(extraído de Contarcuentos.com)
Algunas personas, como el pastor del cuento, saben estar en la aceptación de manera natural. Pero muchos otros, necesitan practicarlo para aprender a estar ahí. Por eso se acude a terapia. Una de las maneras mejores de hacerlo y que yo enseño es a través del Mindfulness. En las prácticas guiadas de Mindfulness aprendes a conectar con el Yo observador. Ese Yo observador es también llamado conciencia pura. Es una parte que está en cada uno de nosotros y desde la cuál se puede observar todo el contenido de la conciencia, los pensamientos y las emociones. Ese lugar, a veces se describe metafóricamente como el cielo azul, en que nada puede quedar atascado.
Desde ese Yo observador puedes mirar esos sentimientos negativos y acogerlos. Todo lo que está ahí, en la conciencia, es acogido con amor y amabilidad. Aprendes a sentir más, sea la emoción del signo que sea. No es que quieras o te guste sentirte mal. Aceptas que a veces las cosas son así. Y esa aceptación lo cambia todo. La salida del dolor se encuentra a través del propio dolor. No es algo que te pueda explicar con palabras, las palabras se quedan cortas para transmitirlo, tienes que vivirlo para comprenderlo. Date esa oportunidad.
¿Eres capaz de estar en la aceptación?
Mertxe Pasamontes
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