¿Dejas fluir tu creatividad?
El tema de la creatividad es un tema que suele gustar mucho, diría que incluso resulta fascinante. Yo misma lo he tratado ya en varias ocasiones. La idea de ser creativos es sumamente atractiva, de poder crear algo nuevo o por lo menos diferente a lo que ya existe…Solemos admirar a las personas creativas, leemos libros de creatividad, acudimos a cursos. Hay personas que se consideran muy creativas y otras creen que no lo son en absoluto. Para poder responder a eso deberíamos primero saber qué entendemos por ser creativos. Si sólo consideramos como tales a los artistas o a aquellos que generan un producto nuevo o descubren algo, cabría decir que la mayoría de la gente no lo es. Si incluímos en ese criterio a la persona que es capaz de montar una cena deliciosa para unos invitados inesperados con lo que tenía por la nevera y en la despensa, entonces tal vez todos lo seamos. Y como ese ejemplo podemos encontrar miles…O como dice Sir Kenn Robinson si definimos la creatividad como: crear algo de valor.
Hace un tiempo escribí un post de cómo activar el modo creativo. Son herramientas sencillas y útiles al alcance de cualquiera. Pero hoy me gustaría hacer énfasis en lo que sería tal vez un paso previo, o dicho de otra manera, en cómo hacemos a veces para no entrar en ese estado, para bloquearnos a nosotros mismos. Y para explicarlo vamos a hacerlo a través de un cuento Zen (extraído y adaptado del libro Creatividad de Osho):
Un maestro zen estaba pintando un cuadro y su principal discípulo estaba sentado a su lado para decirle cuando el cuadro estaba perfecto. El discípulo estaba preocupado y el maestro también estaba preocupado, porque el discípulo nunca había visto hacer algo imperfecto al maestro. Pero ese día las cosas se empezaron a torcer. El maestro lo intentó y cuanto más lo intentaba más lo estropeaba. El arte de la caligrafía se hace sobre papel de arroz, muy sensible y frágil. Y cualquier titubeo hará que se extienda más tinta de la cuenta y quedará reflejado para siempre. Y un entendido dirá: “no es una pintura zen en absoluto porque una pintura zen es espontánea, tiene que fluir. El maestro lo siguió intentando y cuanto más lo intentaba, más sudaba. El discípulo estaba allí sentado negando constantemente con la cabeza:
-No, no está perfecto. – Y el maestro iba cometiendo cada vez más errores.
Entonces se empezó a acabar la tinta, de modo que el maestro dijo:
– Sal fuera y prepara más tinta – Mientras el discípulo estaba fuera el maestro hizo su obra maestra. Cuando el discípulo volvió a entrar dijo:
– Pero ¡maestro, está perfecto! ¿Qué ha sucedido?
El maestro se echó a reír y dijo:
– Me he dado cuenta de una cosa: tu presencia, la misma idea de que aquí hay alguien para apreciar o criticar, diciendo sí o no, alteró mi tranquilidad interna. Ahora ya nunca más será alterada. Me he dado cuenta de que estaba tratando de hacerla perfecta y ésa es la única razón de que no fuera perfecta.
¿Te suena esta historia?¿Cuántas veces te has sentido bloqueado haciendo algo porque alguien te estaba observando? O porqué tú mismo tenías activado a tu juez interior…
Eso tiene una explicación muy sencilla. La verdadera creatividad no surge de lo que entendemos por esfuerzo, ni del perfeccionismo inútil, sino de estar en sintonía con uno mismo, con el momento presente y dejarse fluir. Muchos lo llaman estados de flujo y algunos autores de coaching estar en la zona. Pero eso es algo que no surge del esfuerzo del ego, sino de una conexión más profunda con nuestro ser interior, una conexión con todas esas capacidades que se mueven a un nivel más inconsciente y que emergen en un momento determinado. Cuando estamos en el ego nos estamos comparando, estamos tratando de “hacer algo en concreto”, queremos agradar o impresionar a alguien, queremos que nos admiren o valoren. Todo ese “esfuerzo” bloquea nuestra fuente natural de creatividad y entonces forzamos a que eso ocurra desde el lugar equivocado (la mente racional). La verdadera creatividad surge de estratos más profundos de nuestro cerebro (amígdala, sistema límbico, cerebelo) o como dirían los místicos, de una energía interior. En cualquier caso, es algo que hay que permitir que salga sin el juicio de la mente.
Aunque la explicación es sencilla, no lo es que suceda. Estamos demasiado aferrados a nuestro ego y a éste le entusiasma el halago y el ser reconocido. Si entendéis esto entenderéis a su vez muchas actitudes que vemos en los mundo 2.0, perfiles en los que el ego rezuma tanto que no deja espacio para nada más.
Conseguir llegar a esos estados de flujo creativo requiere de técnicas a las que por nuestra cultura y educación no estamos acostumbrados, pues nuestra educación sólo persigue crear perfectos egos ansiosos de reconocimiento. Ese es un camino que dejo abierto a cada uno. Habrá quien quiera transitar por él y quien no. Y los modos de hacerlo son muy diversos. Sólo te digo que si lo haces, es posible que estés más cerca de la libertad interior. Tuya es la elección.
¿Sabes fluir creativamente? ¿Cuánto condiciona tu ego tu capacidad creativa?
Si quieres puedes escuchar el post en formato podcast:
Mertxe Pasamontes
Comments
Hola Merche,
creo que todos somos creativos en mayor o menor medida.
Nuestra estructura cerebral personal influye, al igual que la eduación recibida y el entorno donde te has desarrollado actua como bloqueo o como dinamizador de procesos creativos.
Lo que está claro es que nuestra la cultura de la memorización de contenidos en la escuela ha hecho bastante daño. Es imprescindible liberar de nuestra mente de contenido a recordar para dejar fluir el proceso creativo.
No se si has leído sobre la metodología de productividad personal GTD (Getting Things Done). Su primera premisa es que la mente sirve para crear, no para memorizar.
Un abrazo,
Xavi
Creo que das en el clavo con este post, explicando un concepto muy profundo de forma sencilla. Gracias, me ha encantado.
Jugar, jugar y soltarse,jugar y fluir y bailar y jugar y cantar y………..Creo que ahí está el truco.
hola…!
Pues si, la verdad es que la fluidez de la “creatividad” va ligada a la lo espontaneidad de los actos. Esto es, por ejemplo cualquier niño con cualquier tipo de estructuras, las cuales puede combinar a su antojo…. creatividad.
Experiencia y comparativa… sin más, ambas son necesarias para que el adult@ “creativ@” llene las arcas de archivos de memoria a la hora de plantear cualquier trabajo creativo, la parte de la soledad de espiritu (ejejejee) se entiende.
ahora bien, conseguir entrar en “trance creativo” es complicado pero no imposible.
– seguridad en uno mismo.
– conocimiento preciso de la técnica y sus formas.
– interpretación de los objetivos.
…en definitiva… es tener los objetos y jugar con ellos a darles “forma” en ese acto.
Muy buen artículo, Mertxe. Muy oportuna la reflexión que propones sobre el ego en la era del 2.0. Opino que sólo unos pocos pueden llegar a superar el dominio del ego, pero todos los demás sí podemos aspirar a un sano equilibrio. Saludos 🙂
Así es Leire, dominar el ego es tarea ardua. Pero saber que lo tenemos, que en ocasiones interfiere y nos juega malas pasadas, es ya un gran avance.
MUY BUENO!