La trampa del ego
El ego es una de esas palabras que de tanto utilizarla llega a perder un poco su sentido originario y se desdibuja. Veamos primero como lo define el Diccionario de la Real Academia:
(Del lat. ego, yo).
1. m. Psicol. En el psicoanálisis de Freud, instancia psíquica que se reconoce como yo, parcialmente consciente, que controla la motilidad y media entre los instintos del ello, los ideales del superyó y la realidad del mundo exterior.
2. m. coloq. Exceso de autoestima.
Y en la wikipedia entran en una definición tal vez menos exacta, pero más ilustrativa de su uso cotidiano:
En psicología, yo o ego (del latín), se define como la unidad dinámica que constituye el individuo consciente de su propia identidad y de su relación con el medio; es, pues, el punto de referencia de todos los fenómenos físicos, psíquicos y sexuales.
Añaden también otro concepto: En las filosofías místicas orientales, particularmente en el budismo se considera al yo como una ilusión. El yo se presenta como un velo de la mente que induce al sujeto a identificarse con su experiencia provocándole sufrimiento.
Pongo primero estas definiciones porque hablar de un concepto tan inaprensible sin saber a qué nos estamos refiriendo realmente puede resultar muy confuso. Y la mayoría de las veces se habla del ego mezclando estos diferentes conceptos. O cada oyente está en una definición diferente por lo que es difícil entenderse.
Cuando yo hablo de la trampa del ego me estoy refiriendo a tener una excesiva identificación con ese Yo interno, con esa identidad que sentimos como propia y que nos diferencia de los demás. Es normal sentirnos diferentes, pensar que somos una entidad única en el mundo ya que nadie más puede vivir dentro de nuestra cabeza y experimentar nuestras emociones y vivencias. Llegar al extremo del budismo de pensar que esa experiencia del sí mismo es sólo una ilusión es tal vez exagerado, pues sin esa individuación perdemos parte de eso que nos hace únicos (aunque esa fusión con el todo sea precisamente lo que persigue el budismo, pero entiendo que a muchas personas pueda parecerles excesivo). Pero vivir en el lado opuesto, totalmente identificados con nuestro ego nos puede llevar a un individualismo demasiado marcado y a caer en lo que coloquialmente hemos dicho que era “tener mucho ego”.
Estar en la trampa del ego es estar tan posicionado en tu propia visión, tan anclado a tu mapa del mundo que pierdes la perspectiva de las cosas. Somos seres subjetivos por naturaleza pero podemos tratar de mantener un cierto objetivismo sobre las cosas. Y en la relación con los demás, si realmente queremos conectar, debemos dejar una parte de ese ego de lado, para entrar en el mundo de la otra persona y compartirlo. Es además un modo de no darnos más importancia de la que tenemos. No se trata de rebajarse, ni de falsa humildad sino de estar en un nivel en el que aún manteniendo esa identidad, podemos ver los puntos de vista ajenos y valorar a los otros como iguales a nosotros mismos.
Puede parecer que estoy hablando de algo muy obvio y fácil de hacer, pero citaré algunos ejemplos que tal vez nos hagan pensar que no es tan sencillo. Hace poco emitieron el film Dalai Lama Reinassance en el que se nos explica como un grupo de 40 pensadores occidentales de diferentes ámbitos de las ciencias y las humanidades se reunieron con el Dalai Lama con el fin de compartir con él sus inquietudes y dudas acerca de qué medidas y soluciones tomar para mejorar el mundo en que vivimos. Formaban parte del colectivo Synthesis. Antes de acudir al encuentro con el Dalai Lama se habían reunido en diferentes ocasiones y en los días en que permanecieron en Dharamsala, tenían reuniones previas para decidir qué preguntas y cuestiones se plantearían en las horas de reunión con el Dalai Lama. Eran todas personas con una trayectoria vital y personal destacada y que habían trabajado su crecimiento personal e incluso espiritual. Tenían además un propósito que podemos considerar elevado: luchar por un mundo mejor. No obstante, rápidamente en las reuniones previas a los encuentros, surgían fricciones. La mayoría de las fricciones venían del ego de los pensadores. Muchos de ellos querían que sus pensamientos fueran tenidos en cuenta y tener la ocasión, tal vez única, de hablar directamente con el Dalai Lama. Tuvieron que hacer votaciones para ver quién quería hablar por encima de todo y a quién no le importaba no hacerlo. Al final llegaban a buen puerto, pero la humildad de las respuestas del Dalai Lama todavía dejaba más en evidencia la trampa del ego en que muchos de ellos habían caído.
Si llegados a esos niveles suceden esas cosas, no nos puede extrañar en absoluto que en círculos más cotidianos, en el trabajo o en la Redes Sociales surjan personas que parecen desbordar de ego. Usaré el caso de las Redes Sociales como ejemplo ya que las podemos observar todos, pero lo mismo valdría para muchas otras situaciones de la vida. Hablamos en ese caso de personas que además de tener una presencia bastante continuada y evidente, gran parte de esa presencia es con la atención volcada en sí mismos. Sus interacciones son en la mayoría de los casos para seguir dándose importancia o para demostrar su pretendida sapiencia. O para acercarse a otros que les den mayor relevancia. Dogmatizan sobre lo que deben hacer o no los demás, pero se aplican excepciones a sí mismos. Son claros ejemplos de alguien que ha caído en la trampa del ego y ya no usa su Yo como un punto de apoyo, sino como un pedestal. Lo triste es que ser diva de pedestal tiene una vida corta y eres rápidamente sustituido por otra. Y en el camino, esas personas, se habrán perdido la maravilla de conectar con los demás y aprender con ellos. Y la posibilidad de disfrutar cómo la vida se expande en esa conexión.
¿Caes en la trampa del ego a menudo? ¿Qué crees que te estás perdiendo en esas ocasiones?
Si quieres escuchar el post en formato podcast clicka en el reproductor:
Comments
Ayer precisamente, escribí en mi blog sobre el tema (de manera menos profusa)enfocado a la Comunicación y Redes Sociales; coincido con tu punto de vista, efectivamente muchos han caído en la trampa del ego.
Si no te importa, voy a enlazar el texto en mi blog para completar el tema.
Muchas gracias.
http://conteni2puntocero.blogspot.com/2011/03/desde-atapuerca-hasta-las-redes.html
Esto me recuerda a lo típico de las negociaciones. Hay una corriente que dice que tienes que luchar por lo tuyo y olvidarte de lo que piensa o quiere el que tienes enfrente incluso si te crees y practicas eso del win/win. Pero yo siempre he pensado que es mucho mejor tratar de ponerte el lugar del otro … sin que te entre sindrome de Estocolmo, claro. Pero así sí que de verdad se puede llegar al win/win.
Aplica lo mismo con toda esa filosofía del compartir. Cuantos lo dicen y cuan pocos lo practican. Y cuantas veces todos pensamos si no estaremos compartiendo demasiado 😉
Así es David, hay que estar en ese delgado equilibrio y tratar de mantenerse. Difícil pero posible y gratificante. 🙂
Guauuuuuu. Me encantó. Difícil la síntesis de autores. Y tb me encantó la foto. Está buenísima.
Para ser sincera creo que a veces (muchas tal vez?) caigo en la trampa del ego. Me explico: sé racionalmente que cada uno tiene su punto de vista producto de innumerables coordenadas (genética, familia, educación, lugar y época en que nació, experiencias en su vida y un largo etc)y que por lo tanto cada uno considera que lo que piensa es lo correcto. Pero a veces escuchando a cierta gente y viéndola actuar, siento que YO estoy más en lo cierto que otros, que me acerco más a la inasible idea de verdad, bien o como se llame. Ejemplos públicos: políticos cínicos y manipuladores, basura televisiva etc pero que tb encuentro en mi mundito privado. Los políticos o la tele los veo como reflejo de la sociedad en que vivimos y por eso dentro incluso de mi pequeño cosmos muchas veces siento esa superioridad de mi “yo” (suena horrible, no?) pero es como siento.
Yo tb dejo un enlace a un post -espero que no te moleste- que escribí medio en joda a propósito de como nos perciben como egocéntricos a los argentinos. Claro que con este comentario no hago más que confirmar el estereotipo… 🙂
http://blog.argentravel.es/argentinos-egocentricos/
Besossssss
Hola Paula. Lo que dices es muy normal y sucede muy muy a menudo. Nuestro mapa mental es nuestro y lo vivimos muchas veces como mejor. Tu por lo menos lo reconoces que la mayoría de la gente lo hace y no se da ni cuenta. Es el primer paso. Luego se trata de darse cuenta y ponerle un poco de freno, pues evitarlo totalmente requiere un trabajo tal vez un poco demasiado largo para nuestro estilo de vida occidental. Gracias por comentar!
Fantástico Mertxe, me encantó.
Me sorprendiste con tomar el hilo “por Oriente”, soy de los que ignora de forma absoluta la relación entre Oriente y la terapia. Y si en Occidente, la comunicación en redes sociales suele recrear una “hoguera de las vanidades” me resulta interesante traer ese Oriente -conceptualmente, aparcando el “yo”- a nuestro comportamiento.
Es un Oriente moderado, tomando la parte que “me interesa” ya que pienso que llevado a extremo hacer perder el individualismo, que si no se exagera, es una de las cualidades de nuestra cultura. Pero si se exagera se cae en egoísmos y vanidades varias. El camino del medio…
Hola Mertxe y lector@s!
Permitidme una osadía : ¿La trampa del ego?
Si se está sintonizado con uno mismo, con el “yo”, se debería de ser consciente de lo qué uno es.
Creo, que cada uno de nosotros es único e irrepetible. Y, precisamente ser únicos en el Universo nos hace más dependientes de los demás seres, también únicos, con los que compartimos Universo. Y nos obliga a empatizar con el otro para que nuestros “egos” colaboren en obtener un mapa del mundo con el mayor número posible de puntos de vista y lo menos distorsionado posible.
Es decir, la identificación con mi yo, independientemente de su naturaleza, no me vuelve individualista, ni egolatra, ni dogmático, ni egoísta. Eso son rasgos de mi ego que están ahí, conformándolo, ¿debidos a? (Aquí es dónde necesito al psicólogo.)
Ahora bien ¿qué ocurre si a nuestro “ego” le aplicamos una perversa escala de valores, que además nos creemos? Que aparecen enunciados del tipo: “Yo soy mejor que tú”, “yo soy peor que tú”: Y empezaron los conflictos.
Acabo, ¿no será el ego el que cae en la trampa de un incosciente inseguro que nos lleva a la comparación y a partir de aquí aparecen mecanismos de defensa equivocados?
Muchísimas gracias Mertxe.
Es que es complicado contestar a esto por escrito. Claro que hay que identificarse con el propio Yo, forma parte de nuestra salud mental. También habría mucho que hablar de cuál es nuestro verdadero yo, cuál es nuestra esencia. Pero cuando estás muy apegado a eso y lo situas por encima del resto, no como un punto de referencia sino como “el único punto de referencia” , ese ego está sobredimensionado. En ese sentido va el post…
Bonito post, el tema del ego es un tema crucial que está por (producir una revolución social?)y sin duda es objeto de debates en la actualidad.
Al fin y al cabo parece que aquella frase que decía algo así como “el término medio es el adecuado” seguirá teniendo vigencia hasta, quizá, la eternidad.
Good night!
Hola,
Humilde y modestamente, huyendo de las mezquinas demandas de mi ego, sólo estoy parcialmente de acuerdo con tus palabras. Curiosamente, estoy rodeado de personas “ego-istas” que no bajan de su pedestal ni están dispuestos a apreciar otros puntos de vista que no sean el suyo propio. Obviamente estas personas no logran integración ni reconocimiento en su entorno si no es por intereses. Pero debemos tener en consideración que no por mucho ponerse en la piel de los demás e intentar tener visión objetiva en la mayoría de los casos, la aceptación social “viene a tí”. Llevo toda la vida intentando mejorar mi integración por esta vía (sin llegar al sometimiento y humillación) y por lo que veo lo que se valora socialmente es que tengas una fuerte subjetividad, ya que indica personalidad fuerte y eso atrae y desagrada en el mismo grado.
Intentando ser objetivo pienso que se te tacha de débil y sólo consigues que los del pedstal te miren más desde lo alto… Lo que te lleva a sacar tu subjetividad como arma defensiva.
Es lo que yo pienso… subjetivamente, respecto al tema del ego.
Espero haber aportado algo, saludos y felicidades!!
Hay otro linaje de escépticos muchos más terribles, si cabe, que los que creen que todo es materia; todavía queda el caso de aquel escéptico para quien todo se reduce a su propio yo.
Gilbert Keith Chesterton (1874-1936) Escritor británico.
AMEN!
Gracias por esta perlita y por todas las que me vendrán a mi bandeja de entrada. Este post me ayuda a seguir trabajando el arte de observarme.