¿Reconoces a tu personaje?
Dice Jodorowski que: Inventamos un personaje ideal (un yo ideal) que posamos como meta y nos agitamos toda la vida convertidos en su títere y que cuando te defines sólo describes tu jaula mental. Tal vez convenga explicarlo con palabras más sencillas pues es algo con lo que convivimos de manera tan cotidiana que en muchas ocasiones no somos ni tan siquiera conscientes de que exista en nosotros un “personaje”. Estamos tan identificados con aquello que llamamos nuestra personalidad, el yo soy así, etcetera… que ni nos planteamos que una parte de esa supuesta personalidad sea algo que podríamos llamar impostado, que escapa a nuestro control.
En el post de Vivir en el engaño ya anticipaba algo de este tema, pero no hacía hincapié en el hecho de que parte de ese engaño estriba en que nos construímos un personaje y nos identificamos con él. Se me ocurrió este post a raíz de unos comentarios entre tuiteros que parecían sorprenderse de la facilidad con la que la gente se crea un personaje y acaba creyéndoselo sin ser conscientes de ello. Lo paradójico del tema, es que no es “la gente” la que lo hace, lo hacemos todos en mayor o menor medida. Trataré de explicarme mejor.
Desde niños y hasta más o menos el período de la adolescencia, aprendemos todo lo básico que necesitamos para sobrevivir y entre otras cosas, nos forjamos una personalidad que en función de nuestra genética -una parte está ahí- y las influencias externas – la mayor parte- será de una u otra manera. Cuando a eso le llamamos el “personaje” nos estamos refiriendo a que la parte ambiental, esas influencias externas, tienen un gran peso en nosotros. Sería lo que en otras ocasiones he llamado el Guión de vida. Sería todo aquello que “hemos absorbido” sin digerir. Muchas de las creencias que nos sustentan sin que nunca hayamos cuestionado su validez. No es fácil distinguir qué sería el Yo más auténtico del Yo personaje. Es algo sutil y que ya os anticipo que requiere bastante trabajo personal para diferenciarlo.
Pero podemos tener indicios que nos ayuden a ver cuándo el personaje toma el mando. Por ejemplo, cuando en una situación determinada algo en tu interior te dice que hagas una cosa pero acabas haciendo otra porque te parece “más adecuada” o “más conveniente”. Pero te quedas con una cosilla ahí dentro como de incomodidad, como de no haber podido ser “tú mismo” . También cuando te das cuenta de que no puedes dejar de hacer algo porque una parte de ti te empuja a ello, pero en el fondo sientes que no querrías hacerlo. En general, te puedes dar cuenta en esos momentos en que la incongruencia asoma y tu comportamiento no es el que en lo más profundo de ti mismo querrías poder hacer. Y lo puedes excusar de mil maneras, pero el caso es que si te fijas bien, son situaciones repetitivas y en ellas, siempre te sucede lo mismo. El personaje está ahí cuando sientes una especie de necesidad de acomodar tu comportamiento a unas normas que tú mismo te marcas, aunque no te apetezca hacerlo.
Posiblemente sigas sin tener claro de qué estoy hablando, ya que no es fácil explicarlo si no es con ejemplos concretos y personalizados. Porque para una persona comportarse “correctamente y sin dar la nota” en una fiesta podría ser un Yo auténtico (si su “personaje” es un rebelde) y para otra sería poner en juego al personaje (si su “personaje” tiene esa tendencia a ser sumiso). Es posible incluso, que mientras lo estás leyendo sientas que a ti no te pasa y que tienes muy claro que tu personalidad es muy auténtica y que dentro de ti no habita ningún personaje. No lo voy a discutir, todo es posible. Pero esa seguridad de no tener un “personaje” interno me parece sospechosa, a no ser que te lo hayas trabajado amplia y profundamente.
Os reescribo un cuento que ya usé en otra ocasión pero creo que puede ayudar a entender de qué estoy hablando:
Cuenta una antigua historia que en el siglo XV vivió el monje más famoso de todo Japón, Ikkyu, que era hijo ilegítimo del emperador. Cuando el príncipe de la provincia en la que vivía decidió dar una gran fiesta invitó a Ikkyu, reservándole un honroso lugar a a su lado. El día de la fiesta el monje apareció humildemente vestido, casi parecía un mendigo, con lo cual el príncipe montó en cólera y lo expulsó. Luego Ikkyu regresó ataviado con buenas vestimenta y, una vez en el palacio, se las fue quitando lentamente y las dejó en una silla. -¿Qué estás haciendo?, preguntó el príncipe- Te había entendido mal, pensaba que me habías invitado a mi, pero invitaste a mi vestimenta, así que aquí la dejo- respondió Ikkyu.
Para no complicarlo mucho ni hacerlo más críptico, sólo comentar que quizás el camino sería desarrollar un cierto observador interno, una especie de distancia contigo mismo, que te permita conectar de una manera más profunda con tu Yo más verdadero y que pueda observar con cariño cuando aparece el personaje. Porque lamento decepcionarte, pero el personaje estará siempre ahí, forma parte de ti y de tu aprendizaje. Y está bien que así sea. Por tanto, a lo único que podemos aspirar es a conocerlo, respetar lo que hace por nosotros y no dejar que se apodere totalmente de nosotros. Muchas veces cumple su función sobradamente. Pero para las otras, es mejor que lo conozcas y lo mantengas al margen. 😉
Como otras veces he comentado, no es un camino fácil. Pero cuando lo recorres, la recompensa en libertad merece la pena.
¿Identificas a tu personaje? ¿Tal vez piensas que en realidad no lo tienes?
Si quieres escuchar el post en formato podcast aquí lo tienes:
Mertxe Pasamontes
Comments
Me parece un tema sumamente interesante el tratado en este post.
En micaso particular creo tener bastante identificado (aunque aún lejos del 100%) a mi personaje y confieso tener grandes dificultades para desidentificarme de él. Para descubrirlo me fue muy útil la herramienta del eneagrama.
A quien le interese profundizar en el tema del “personaje”, creo que es muy recomendable el libro “Espacio interior” de Antonio Jorge Larruy
.-= Ahora mismo, en el blog de Toni: La libertad =-.
Que tema tan livianito!!! 🙂
Si,identifico a mi personaje gracias a años de terapia. Tiene nombre. Pero no lo diré por pudor. Me da vergüenza exponerme tanto. Pero contaré un poco mi experiencia, porque me parece que hará más fácil entender el post.
Mi personaje fue creado fundamentalmente por mi madre como un conjuro contra sus miedos y contra lo que veía como debilidades en mí (por ej una gran sensibilidad). Fue transmitido por ella sutilmente e incorporado por mí, inconscientemente. Mi personaje era lo que yo transmitía como mi personalidad, que además yo consideraba verdadero. Es decir no lo vivía como impostura.
Viví 28 años de mi vida sin enterarme de esto, hasta que por esas vueltas de la vida, la vida me golpeó duramente y caí de la estratósfera. Dichas circunstancias me llevaron a pedir ayuda psicológica, ya que me sentía aniquilada psíquicamente.
Con el tiempo fui dándome cuenta de mi personaje y de cómo me protegió y me ayudó en muchas ocasiones en el pasado, mi infancia y adolescencia sobre todo. Pero también que era eso, una máscara que no me representaba en mi esencia. Y que me perjudicaba seriamente en aspectos muy importantes para mí.
Fue un proceso largo quitarme la coraza, pero valió la pena. Hoy puedo ponerme la máscara en alguna que otra ocasión; pero me atrevo a vivir sin ella la mayor parte del tiempo.
Por último me parece que hay muchas cosas que vamos viviendo y que se entienden retrospectivamente. Con esto quiero decir que lo que cuento aquí lo entendí hacía atrás. No mientras lo iba viviendo.
Besos a todos. Ojalá que sirva para ilustrar el post de Mertxe, que me parece maravilloso.
.-= Ahora mismo, en el blog de Paula: Mercadillos en Buenos Aires =-.
Gracias por vuestro comentarios. Efectivamente, el eneagrama es un gran instrumento para descubrir al personaje. Y gracias también Paula por explicar tu caso personal, creo que es tremendamente ilustrativo.
¿Existe algun problema si la convivencia es buena?
Es el personaje quien nos ayuda a vivir en sociedad,no?
.-= Ahora mismo, en el blog de JuanManuel_Rey: La landing page, despues del click que? =-.
Eso es lo que explico, que se puede convivir con él. El problema es que nos “domine”….
Es cierto que todos los seres humanos tenemos en interior un personaje que nos permite sobrevivir a nuestros problemas y lo sacamos cuando las situaciones no nos agradan en demasía, yo tengo ya una edad y me he servido mucho de mi hermano gemelo en muchas ocasiones sabiéndolo que estaba actuando él.
No creo que sea una cosa mala mientras la controles pero cuidado con perder tú la parte positiva del juego terminarías sin saber quién eres,
Hola Mertxe:
Me encantó el tema, es vital para el autoconocimiento, creo que el personaje lo vamos formando para protegernos en la vida, si tengo un complejo de inferioridad mi actuar va a ser como el de un autosuficiente, engreido; es la compensación neurotica de mi defecto, y creo que puede llegar a ser tan tremendo que el personaje llegue a dominar como la novela del Dr Jekyll y Mr. Hyde, sin embargo cuando se trabaja en procesos de nivelación de los desajustes de la personalidad como son los programas de 12 pasos y se entiende el porque de nuestras actitudes, se trabaja con el defecto y se corrige, o aun mejor se desecha al personaje para tomar las riendas de su vida concientemente.
Saludos
Excelente post.
Personalmente creo que a partir del momento que uno es consciente del personaje que anida en nuestro interior, haríamos bien en progresivamente irse rindiendo al verdadero YO, aún y a pesar de las dificultades que ello conlleva tanto a nivel personal, como el de la aceptación del grupo al que creemos pertenecer.
Claro que lo identifico … y continuo siendo títere de sus parámetros.
Yo no inventé ese personaje. Me lo inventaron entre los que me rodeaban … Entre todos me tejieron el traje y aun lo remiendan o refuerzan.
Ojala pudiese tener la sabiduría y/o la sencillez del monje para dejarlo a los pies de aquellos y ser yo.
Valiente comentario Jmtrigos! Es difícil dejarlo a un lado, pero verlo es ya un gran paso! Es el comienzo…
El Personaje… bueno, suena interesante. Yo creo que todos tenemos diferentes personajes; de pareja, de padre, de amigo, de enemigo, de trabajador, de negociante, de bueno, de malo, de leal, de mentiroso… en fin.
Sin embargo, creo que son tres los verdaderos personajes; Personaje 1. El instinto, que corresponde a nuestro cerebro primitivo: Personaje 2. La emoción, que corresponde a nuestro cerebro mamífero y Personaje 3. El cortéx cerebral, nuestra inteligencia.
El Personaje 1 es el que controla, es el jefe, el que da las órdenes, el que domina, impone, el que lo sabe todo comenzando por la verdad. Y al primero que controla es a nuestro cerebro mamífero, por eso somos todo emoción. Generalmente reaccionamos instintivamente y lo hacemos emocionalmente, sin razón, actuamos y reaccionamos sin “pensar”. Claro, el instinto se cree muy inteligente… esa es la trampa. Y el detalle es que no sabemos – no nos damos cuenta – que todo eso sucede dentro de nosotros, en nuestra cabeza (creo que a eso le llaman inconsciente).
La solución para evitar que el cerebro reptil – el Personaje 1 – sea el que controle, es amarar la bestia, junto con la otra, el Personaje 2 o la emoción. Cuando surge un problema por ejemplo, lo que hay que hacer es definir el hecho. Después, ver qué es lo peor que puede pasar y a partir de ahí establecer los pasos necesarios para solucionar dicho problema; es simple, con un poco de práctica se puede lograr, aunque el problema es que hay que pensar.
Lo otro es que tanto el instinto como la emoción pueden ser inteligentes, claro, si se controlan con la inteligencia; por ejemplo el instinto reproductivo, que se camufla en la emoción del “amor”. Si eso lo transformamos en, no sé, algo así como compartirse la vida para hacerla lo más agradable posible, entonces lo único que se necesitaría es el acuerdo mutuo de que las bestias deben estar – haciendo todo lo posible – amarradas y controladas; se sueltan únicamente para el goce. Así el “amor” – y el placer de la relación – serían eternos. Igual para cualquier otro tipo de “contrato”.
Hay que mirar de no confundir el personaje con los diferentes roles que desempeñamos a lo largo de nuestra vida. Uno puede ser padre o pareja desde su más pura esencia, sin que medie ningún personaje. La clasificación en tres niveles está muy bien, son nuestros tres cerebros o tres centros según las terminologías. El personaje no tiene porqué estar en cada uno de ellos por separado, puede ser un Yo transversal a todos ellos, con componentes racionales y emocionales e incluso instintivos. Ya comenté en el post que sin un trabajo profundo es difícil de detectar e incluso con el trabajo puede ser confuso hacerlo. Gracias por la aportación!
Hola. Reconozco que es un tema complicado. Creo que es por que se necesita un nivel de auto conocimiento que aún no tengo. Para por un lado reconocer y combatir ese enemigo interior del que anteriormente usted hablo y por otro reconocer y apoyar ese personaje positivo del que habla en este post.