Nuevo curso, nueva mirada

Esta época del año, después de las vacaciones siempre me ha parecido como el comienzo de un nuevo ciclo. Quizás porque en septiembre empieza el curso escolar y durante muchos años, hasta que acabé la carrera eso marcaba el inicio del nuevo curso, con las ilusiones intactas y todo un año para aprender nuevas cosas. Porque una de las mejores cosas de la época estudiantil era saber que cada día aprenderías algo nuevo. Poder experimentar esa nueva mirada continuamente.
Cuando cesa la época escolar, resulta más difícil tener esa nueva mirada. Solemos vivir en una realidad mas monótona y repetitiva. Lo que vivimos cotidianamente se nos hace tan habitual que llega a parecernos que eso es la realidad con mayúsculas. Nos parece lo lógico, lo normal. Llegamos a estar tan embebidos de nuestro día a día que ni siquiera pensamos que otras maneras de vivir son posibles.
Lee este cuento de Mario Benedetti:
A mediados de 1974 explotaban en Buenos Aires diez o doce bombas por la noche. De distinto signo, pero explotaban. Despertarse a las dos o las tres de la madrugada con varios estruendos en cadena, era casi una costumbre. Hasta los niños se hacían a esa rutina.
Un amigo porteño empezó a tomar conciencia de esa adaptación a partir de una noche en que hubo una fuerte explosión en las cercanías de su apartamento, y su hijo, de apenas cinco años, se despertó sobresaltado.
«¿Qué fue eso?», preguntó. Mi amigo lo tomó en brazos, lo acarició para tranquilizarlo, pero, conforme a sus principios educativos, le dijo la verdad: «Fue una bomba». «¡Qué suerte!», dijo el niño. «Yo creí que era un trueno».
Hay que procurar que no nos pase como al niño del cuento, que nos acostumbramos hasta a lo malo. A decir verdad el crear rutinas es algo que nos sucede desde niños y en gran medida se debe al hecho de que estamos creando nuestros guiones de vida, de los que os he hablado en varias ocasiones. Pero la ventaja es que de niños aún mantenemos la frescura de la mirada, no estamos cerrados al cambio y además tenemos esa oportunidad que nos da el inicio de cada nuevo curso.
Conforme nos vamos haciendo adultos somos propensos a caer en rutinas y a aferrarnos a ellas. Las rutinas nos dan seguridad y nos ayudan a ordenar el caos del mundo. Pero a la vez nos meten en un mundo cada vez más pequeño y limitado. Y nuestro mapa mental se va estrechando casi sin darnos cuenta. Y un mapa mental estrecho nos coarta y nos limita un poco más cada día.
Por eso mi propuesta para este nuevo curso es recuperar esa nueva mirada, quizás perdida o tal vez solo adormecida. Volver a mirar las cosas sin dar nada por supuesto, siendo conscientes de que la nuestra es solo una de las muchas maneras en que se puede contemplar el mundo.
No te voy a repetir la docena de maneras de abrir tu mapa mental que tienes, pero si que voy a recordarte que lo hagas, que lo pongas en práctica. Que escuches otras voces y te dejes tocar por nuevas sensaciones. Que cambies algún hábito de esos que ya no te resultan útiles. Que inicies algún proyecto, por pequeño que sea. Que recuerdes que hay muchas maneras de vivir y que tal vez la tuya ideal aun no la hayas descubierto. Y que no dudes en pedir ayuda, para eso estoy, si en cualquier momento del proceso te sientes atascado o perdido. Deja que crezcan tu alas y tu mente pueda volar libre de toda atadura anterior.
¿Qué cambios vas a hacer en este nuevo curso?
Mertxe Pasamontes
Comments
Hola
Muy cierto, con los años perdemos la capacidad de asombro y nos volvemos aburridos. Debemos luchar por que no suceda…que bueno es aprender nuevas cosas casa dia.
Buen articulo, gracias.