Agradecer de corazón
Si bien todos sabemos que es de bien nacido el ser agradecido, el agradecimiento no es algo que se practique con la suficiente frecuencia. Muchas personas consideran que tienen una especie de derecho natural a recibir ciertas cosas y que por tanto no tienen porqué agradecerlo. Otras ni siquiera se plantean que hayan motivos para mostrase agradecidos o musitan un gracias rutinario, sin ni siquiera mirar a la persona a la que supuestamente agradecen algo.
Yo diría que hay dos tipos de agradecimiento:
– Uno privado, con nosotros mismos, más íntimo, en que agradecemos aquello que nos da la vida.
– El que se da a otras personas.
Del primer tipo de agradecimiento hable en un post, Agradecer lo que tenemos. En él hacia incidencia en ser conscientes de todo lo que tenemos en nuestra vida para agradecer y en vivir más en el presente, maravillándonos de todo lo que tenemos y disfrutamos. Proponía también unos ejercicios. Uno de ellos, practicar el naikan, os lo voy a volver a proponer. El naikan es el arte del agradecimiento. Se trata de sentarte durante un tiempo (se recomienda hacerlo 30-40 minutos al día, pero puedes hacerlo una vez a la semana, o cuando te apetezca) y escribir todo lo que has recibido ese día, hasta la cosa más pequeña. No te olvides de nada, por insignificante que parezca (que salga agua del grifo te puede parecer una nadería, pero millones de personas lo considerarían un lujo o incluso un milagro). Luego haz otra lista con lo que tú has dado en ese mismo período. Saca tú tus propias conclusiones de ambas listas.
Me gustaría hoy hacer mayor énfasis en el agradecimiento hacia los demás. A todos nos gusta que nos agradezcan las cosas, pues es un modo de decirnos que se reconoce aquello que hemos hecho y se le da un valor. No quiere decir eso que todo lo hagamos para que nos lo agradezcan o reconozcan, pero que eso suceda no deja de ser un refuerzo positivo. Y no siempre tiene que ser un «gracias» el modo de demostrar ese agradecimiento. Si he hecho una comida especial y mis comensales se la comen con gusto y la disfrutan, no es ni tan siquiera necesario que me den las gracias. Su comportamiento me las ha dado.
Del mismo modo, un gracias dado con el corazón puede ser muy gratificante. Demuestra además que no das por hecho que el otro tuviera ninguna obligación de hacer eso o de hacerlo de ese modo. Si pides un café en un bar es lógico que te lo sirvan. Pero eso no te exime de dar las gracias. Y todavía más si la persona lo ha hecho poniendo una atención especial. Y mirándole a la cara, no unas gracias dadas a la barra del bar por lo bajo.
Las relaciones sociales se mantienen cuando existe una cierta reciprocidad y equilibrio en la relación. Si una persona da siempre, por muy a gusto que lo haga, acabará sintiéndose defraudada o cansada. Si vemos que alguien recibe siempre y no da nada a cambio, nos cansaremos de esa persona. Por eso es necesario que haya un toma y daca, un dar y recibir, una cierta reciprocidad. Como dice Khalil Gibran: Es bueno dar algo cuando haya sido pedido, pero es mejor dar sin que nos pidan, comprendiendo.
Tal vez este cuento tradicional te ayude a ver cómo funciona la reciprocidad:
Dormía tranquilamente un león, cuando un ratón empezó a juguetear encima de su cuerpo. Despertó el león y rápidamente atrapó al ratón, y a punto de ser devorado, le pidió éste que le perdonara, prometiéndole pagarle cumplidamente llegado el momento oportuno. El león miró al ratón con incredulidad, riendo ante la osadía del ratón, pero aún y así lo dejó marchar.Pocos días después unos cazadores apresaron al rey de la selva y le ataron con una cuerda a un frondoso árbol. Pasó por ahí el ratoncillo, quien al oír los lamentos del león, corrió al lugar y royó la cuerda, dejándolo libre.Días atrás – le dijo – me miraste con sorna pensando que nada podría hacer por ti en agradecimiento. Ahora la vida te ha mostrado que hasta el ser más pequeño e insignificante te puede resultar de ayuda.
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La gratitud es la memoria del corazón.
Anónimo