Volver en actitud Zen

Este año no voy a a hablar del tan manido tema del síndrome post-vacacional. Lo conocéis de sobras y lo podéis leer en antiguas entradas de mi blog y en muchos otros lugares de la Red. Y no es sólo porque sea poco respetuoso en un momento en que tantas personas se encuentran sin trabajo, sino porqué creo realmente que hemos de ser capaces de aprender a enfrentarnos a los cambios de una manera más sana. Y ya que hemos dedicado las entradas de este verano a tratar de cómo vivir un Verano Zen, vamos a hacer de está última lo que podríamos llamar un regreso zen a nuestra vida cotidiana. Porque una práctica como el Zen, sirve de poco si no somos capaces de aplicarla a nuestro día a día. Ese es realmente el reto, la parte difícil, llevar ese estado de relajación que puede conseguirse en zazen o cuando estás desconectado de todo, a la vida cotidiana. Lo que el año pasado llamé el reto de la vida cotidiana.
Vamos a empezar con un cuento tradicional del libro, Carne de zen, huesos de Zen que dice así:
Un noble pidió al maestro zen Takuan que le indicase alguna forma de matar el tiempo. Los días se le hacían intolerablemente largos en su despacho, sentado rígidamente hora tras hora, recibiendo el homenaje de unos y otros.
Takuan escribió ocho caracteres chinos y se los entregó al noble:
Un día sólo es un día;
la joya más grande es como el día más corto.
Ese día nunca volverá;
cada segundo vale lo que una joya sin precio.
No son palabras fáciles de comprender y como he dicho otras veces incluso a mí se me hacen difíciles de asimilar en muchas ocasiones. Es normal que deseemos que lleguen los días de fiesta o aquellos en los que vamos a desarrollar alguna actividad que nos ilusiona. Y del mismo modo, es normal que queramos hacer correr el tiempo cuando estamos aburridos, o doloridos o las cosas no nos van bien. El problema, es que en el cómputo de nuestra vida todos los minutos suman por igual. Aunque psicológicamente, distorsionemos el tiempo y vuele cuando lo pasamos bien y se arrastre inmisericorde cuando lo estamos pasando mal. Pero hemos de ser conscientes, como hemos venido diciendo en todos estos post del verano zen, que es nuestra mente la que lo juzga así. Y aunque está bien querer disfrutar – sólo faltaría que pusiéramos eso en duda- querer disfrutar todo el tiempo no es realista. Forma parte de nuestra ilusión de control, de la que ya hemos hablado.
El problema, es que esa falta de aceptación, nos hace sufrir en muchos momentos, ante cosas que no podemos cambiar. Está bien esforzarse en aquello que está en nuestra mano cambiar. Pero también es adecuado aceptar que no todo está en nuestra mano. Uno de los mayores daños que ha hecho la Autoayuda mal entendida (o mal explicada), es hacernos creer que todo está en nuestra mano, que podemos cambiarlo todo. Y eso no es cierto. Hay cosas que no dependen de nosotros de ninguna manera. Lo único que depende de nosotros en algunas circunstancias, es cómo nos las tomamos y aquí también pongo reservas. Y pongo reservas, porque todos tenemos una educación y unos genes que nos condicionan. Y romper ese condicionamiento e incluso invertir alguna de nuestras tendencias naturales, puede hacerse, pero es costoso. No es algo que surja de un día para otro. Es un proceso a realizar, a trabajar en él y depende de que cosas, pueden llevarnos toda la vida realizar esos cambios. Y aquí no sirven las recetas fáciles, por mucho que se venda que sí funcionan. Quizás es eso lo que queremos oír, pero para hacer cambios profundos, hay que comprometerse con ello.
Y no quiero con esto asustar a nadie. Podemos cambiar nuestra manera de enfrentarnos a ciertas cosas, pero es posible que tengamos que trabajar en ello. Podemos volver en actitud zen, pero es probable que tengamos que poner la intención en conseguirlo. Porque dejar de reaccionar del modo habitual cuesta, ya que estamos muy acostumbrados a hacerlo. Y sólo conectando con nuestro Yo más esencial, podemos descubrir lo que de verdad es importante para nosotros y poner ahí nuestro foco de atención. Más intención, más acción y menos reacción. Tenemos toda una vida para conseguirlo. Es un hermoso camino.
Lectura recomendada: Brenda Shoshanna, Sabiduría zen para la vida cotidiana: Como hallar la serenidad en un mundo vertiginoso
¿Te apetece regresar en actitud Zen? ¿Qué hábitos mentales y de actitud tendrías que modificar para conseguirlo?
Si no sabes cómo hacerlo, anímate a probar unas sesiones de Mindfulness conmigo.
Si quieres escuchar el post en formato podcast aquí lo tienes:
Mertxe Pasamontes
Comments
Me encanta el desafío que propones, Mertxe.Y me encanta que seas tan sincera y que no trates de venderle la moto a nadie. Habla muy bien de ti como profesional. Hay mucho aprendiz de brujo lucrando con la angustia de la gente y prometiendo soluciones mágicas rápidas. Venden espejitos de cristal. Cambiar es posible, pero cuesta tiempo, energía y ,a mi juicio, es muy útil contar con la ayuda de un profesional que te guíe en el camino del cambio y que te enseñe a aceptar aquello que no puedes controlar, ni cambiar. Yo fui 8 años a un picólogo en Argentina y me cambió la vida. Allá es más normal que aquí. Nadie piensa que estés loco por ir al psicólogo. Al contrario, loco el que no se da cuenta que necesita ayuda! Por supuesto que me queda un largo camino por recorrer. Mi vida no es perfecta -afortunadamente- y tengo mucho por cambiar y aprender. Un abrazo!
.-= Ahora mismo, en el blog de Paula: Viaje a la Puna, Jujuy =-.
Gracias por vuestros comentarios. Así es, las cosas no son sencillas para nadie, cada uno libra su propia batalla.
Buenos días!!
Muy interesante y lleno de sinceridad, debemos ser conscientes de nuestro cambio y trabajar para hacerlo.
Muchas gracias y feliz día!!
Aunque ya la conocía de coincidir como comentaristas en alguno que otro blog, este mes de agosto me he encontrado el nombre de Mertxe Pasamontes en dos ocasiones. La primera leyendo el libro «Expertología» de Andrés Pérez, donde figura citada en el apéndice sobre casos de éxito. La segunda, en el listado de podcasts de mi iPhone, donde estos artículos recitados por la autora figuran en la lista de los audios más escuchados. No se me ocurre mejor elogio que este: la capacidad de llegar a los demás sin que te tengan que buscar.
Con respecto al zen, no puedo decir gran cosa. Yo soy contrario a hablar del tema, porque en cuanto lo pones en palabras lo pierdes. Incluso pensar en ello es ya algo pernicioso para la comprensión de la idea. Incluso la pretensión de querer entenderlo es necia y superficial. Simplemente es algo que está ahí.
A mi modo procuro obrar en consecuencia en la vida cotidiana. Para poner un ejemplo, soy contrario a los brindis por un motivo determinado, porque eso es desafiar al destino. Siempre que alguien me propone brindar por algo, mi respuesta es: vale, brindemos, pero no por una cosa en concreto, sino con la mente en blanco, por el simple hecho de brindar. Por qué cosa, ya se verá después.
Mi consejo para actuar de un modo zen: para empezar, no hablar del zen. Ni tan siquiera intentar entenderlo. Entonces comenzaremos a saber, tan solo un poquito y de manera intuitiva y casi subliminal, de qué va todo eso… Y si no es asi, no importa: de todos modos vamos por buen camino.
🙂
.-= Ahora mismo, en el blog de Patxi Igandekoa: Aplicación de la Guardia Civil para smartphones =-.
Me gusta oírte decir que no es posible cambiar todo en nuestra vida, yo sé que hay hacer cosas para mejorar pero como bien dices si mis genes tienen la desgracia de llevar tener mi huesos fatales eso por más que yo quiera no es posible cambiarlo.
Estoy intentado cambiar mucho puntos de vista de mi vida que quizás estaban equivocados espero conseguirlo y darte las gracias por regalos que no haces.